miércoles, 28 de diciembre de 2016

ENSEÑANZAS DE EFESIOS

EFESIOS

Nuestras iglesias vienen en todos los estilos y formas – rurales y urbanas, con grandes templos o en casas, con tecnología de punta o sin ella, con mucha gente o pocos hermanos, gente de muchos recursos financieros y materiales o gente de escasos recursos, gente con un alto nivel académico o con pocos estudios, etc. Los edificios podrán variar, pero la iglesia no está confinada a cuatro paredes. La iglesia de Cristo es gente, personas, su pueblo de cada raza y nación, quienes aman a Cristo y están comprometidos a servirle y hacerle conocer.

La “edad de la iglesia” comenzó en Pentecostés (Hechos 2). Nacida en Jerusalén, la iglesia pronto se diseminó a través del ministerio de los apóstoles y de la misión de los primeros creyentes. Avivada por la persecución, la llama del evangelio se esparció entonces a otras ciudades y naciones. En sus tres viajes, Pablo y su equipo de colaboradores establecieron iglesias locales en las ciudades gentiles. Una de las más prominentes de esas iglesias fue la de Éfeso. Fue establecida en el año 53 A. D. en el viaje de regreso a casa a Jerusalén. Pero Pablo regresó un año más tarde, en su tercer viaje misionero, y permaneció allí por tres años, predicando y enseñando con gran efectividad (Hechos 19:1-20). En otra ocasión, Pablo se reunió con los ancianos de la iglesia de Éfeso, y en otra les envió a Timoteo como un delegado apostólico para servir entre ellos (1ª Timoteo 1:3). Solo unos pocos años más tarde, Pablo fue enviado como prisionero a Roma. Mientras estuvo allí, fue visitado por mensajeros de varias iglesias, incluyendo a Tíquico de Éfeso. Pablo escribió esta carta a la iglesia y la envió a ellos con Tíquico. No fue escrita para contrarrestar una herejía o confrontar un problema específico. Ésta es una carta de ánimo. En ella Pablo describe la naturaleza y apariencia de la iglesia, y desafía a los creyentes a funcionar como el Cuerpo viviente de Cristo en la tierra.

Después de un caluroso saludo (1:1, 2), Pablo afirma la naturaleza de la iglesia- el glorioso hecho de que a los creyentes en Cristo les ha sido otorgada  la bondad de Dios (1:3-8), que han sido escogidos para su propósito (1:9-12), sellados con el Espíritu Santo (1:13,14), llenados con el poder del Espíritu (1:15-23), liberados de la maldición y esclavitud del pecado (2:1-10), y traídos cerca de Dios (2:11-18). Como parte de la familia y pueblo de Dios, estamos junto a los profetas, apóstoles, judíos, gentiles, y Cristo mismo (2:19-3:13).
Luego, como si fuera vencido por la emoción al recordar todo lo que Dios ha hecho, Pablo desafía a los Efesios a vivir cerca de Cristo, y prorrumpe en una alabanza espontánea (3:14-21).

Pablo dirige entonces su atención a las implicaciones de ser parte del cuerpo de Cristo, la iglesia. Los seguidores de Cristo deberían tener unidad en su compromiso con Cristo y en el uso de los dones espirituales (4:1-16). Ellos deberían tener los más altos estándares morales (4:17-6:9). Para los individuos esto significaría rechazar las prácticas paganas (4:17-5:20), y para la familia, esto significaría sumisión mutua y amor (5:21-6:9). Pablo luego recuerda a los creyentes que la iglesia está en una constante batalla con las fuerzas de las tinieblas y que deberían usar cada arma espiritual que esté a su disposición de parte de Dios (6:10-17). Él concluye esta epístola pidiéndoles que oren por él, comisionando a Tíquico, y dándoles una bendición (6:18-24).

A medida que avanzamos en los temas de las conferencias y predicaciones estos tres días, agradece a Dios por la diversidad y unidad que hay en su familia, ora por tus hermanos y hermanas en la fe a lo largo y ancho del mundo, y acércate a los miembros de tu iglesia local y de las otras iglesias locales presentes y/o representadas.

Fraternalmente en Cristo: Hno. Floriano Ramos Esponda


EL DISEÑO O BOSQUEJO

1. La unidad en Cristo (1:1-3:21).
2. La unidad en el cuerpo de Cristo (4:1-6:24).

En esta carta, Pablo explica las cosas maravillosas que hemos recibido a través de Cristo y se refiere a la iglesia como un cuerpo para ilustrar unidad de propósito y mostrar cómo cada miembro en lo individual es una parte del todo que debería trabajar junto a todas las otras partes. En nuestra propia vida, deberíamos trabajar para erradicar toda calumnia (hablar de alguien cuando no está presente), chisme, crítica destructiva, celos, ira y amargura, porque todas ellas son barreras que impiden la unidad.

TEMAS MAYORES

1. El propósito  de Dios.

Explicación: De acuerdo al plan eternal y amoroso de Dios, Él dirige, lleva a cabo, y sustenta nuestra salvación. 

Importancia: Cuando respondemos al amor de Cristo poniendo nuestra confianza en Él, su propósito llega a ser nuestra misión. ¿Has hecho el compromiso con Dios y contigo mismo para cumplir el propósito de Dios? Si lo hiciste, ¿lo has mantenido? 

2. Cristo el centro.

Explicación: Cristo es exaltado como el centro del universo y el foco de la historia. Él es la cabeza del cuerpo, la iglesia. Él es el creador y sustentador de toda la creación.

Importancia: Porque Cristo es central para todo y en todo, su poder debe ser central en nosotros en lo individual y en lo colectivo. Empecemos dándole su lugar y poniendo todas nuestras prioridades bajo su control.

3. La iglesia viviente.

Explicación: Pablo describe la naturaleza de la iglesia. La iglesia, bajo el control de Cristo, es un cuerpo viviente, una familia, una morada. Dios da a los creyentes habilidades especiales por su Espíritu Santo para edificar la iglesia a fin de que ésta cumpla el propósito de Él.

Importancia: Somos parte del cuerpo de Cristo, y debemos vivir en una unión vital con Él. Nuestra conducta debe ser consistente con esta relación viviente. Usemos esas habilidades que Dios nos ha dado para equipar a los creyentes para el servicio y la misión de Dios. Cumplamos el rol que nos toca dentro de la iglesia viviente y dentro de la misión de Dios.

4. La nueva familia

Explicación: Ya que Dios, a través de Cristo,  pagó la pena por nuestros pecados y nos perdonó, es que hemos sido reconciliados con Él –nos ha acercado a Él (ya que estábamos lejos de Él). Somos una nueva humanidad, somos una nueva familia. Estar unidos con Cristo significa que nos debemos tratar los unos a los otros como miembros de la misma familia.

Importancia: Somos una sola familia en Cristo; de tal modo que no debería haber barreras, ni divisiones, ni ninguna base para discriminación. Todos pertenecemos a Él, de tal modo que deberíamos vivir en armonía los unos con los otros.

5. La conducta cristiana

Explicación: Pablo anima a todos los cristianos a llevar una vida cristiana dinámica y sabia, porque los privilegios conllevan responsabilidades. Como una nueva comunidad, debemos vivir bajo los estándares de Cristo.

Importancia: Dios nos provee su Espíritu Santo para capacitarnos para vivir a su manera. Para utilizar el poder del Espíritu, debemos dejar o echar a un lado nuestros bajos deseos y revestirnos del poder de la nueva vida que Él nos da. Someter nuestra voluntad a Cristo, y amar a los demás es algo que debemos hacer.

Nuestra verdadera identidad en Cristo, según Efesios:

1:3 Somos bendecidos con toda bendición espiritual en Cristo.
1:4 Somos santos y sin culpa.
1: 5, 6 Somos adoptados como hijos de Dios.
1:7 Nuestros pecados han sido quitados, y somos perdonados.
1: 10, 11 Hemos sido puestos bajo la autoridad de Cristo.
1: 13 Somos identificados como posesión de Dios por el Espíritu Santo.
2:6 Hemos sido resucitados y sentados con Cristo en gloria.
2:10 Somos una obra de arte de Dios.
2:13 Hemos sido hecho cercanos a Dios.
3:6 Participamos de la promesa de bendiciones a través de Cristo.
3:12 Podemos llegar con libertad y confianza a la presencia de Dios.
5:29, 30 Somos miembros del Cuerpo de Cristo, la Iglesia.

Cada libro en la Biblia tiene su propio tema y mensaje especial, aun cuando pueda tratar con muchos tópicos diferentes. Génesis el el libro de los comienzos; Mateo es el libro del reino; Gálatas es el libro de la libertad. Efesios 1:3 establece su tema: las riquezas que el cristiano tiene en Cristo.

1:7 Riquezas de su gracia.
1:18 Riquezas de la gloria de su herencia en los santos.
2:4 Rico en misericordia.
2:7 Superabundantes riquezas de du gracia.
3:8 Evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo.
3:16 Riquezas de su gloria.

Sermón:  

VIDA DIGNA EN EQUILIBRIO
 
En el mero centro de la epístola a los Efesios está la palabra Axios, sobre la cual gira toda la carta. Es la bisagra o punto de inflexión de todo el escrito de Pablo a los creyentes de Éfeso. En español está palabra se traduce "digna (o)". 
 
Efesios 4.1
Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados.
 
Yo, pues, prisionero del Señor, os ruego que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados.
 
Así pues, yo, prisionero por amor al Señor, les exhorto a que lleven una vida en consonancia con el llamamiento que han recibido.
 
Yo, que estoy preso por servir al Señor Jesús, les ruego que vivan como deben vivir quienes, como ustedes, han sido llamados a formar parte del pueblo de Dios. 
 
La metáfora es ésta: nuestra vida es como una balanza y debe estar en equilibrio para que sea digna. En un lado o charola de la balanza está el "llamado" de Dios, (kleseos) = llamamiento, vocación, función. En la otra charola o lado de la balanza está nuestro "andar", (peripatesai) = caminar, vivir, comportarse, conducirse. Dios llama, nosotros respondemos "andando" de algún modo que sea consonante con el llamado de Dios, pero sobre todo con la persona que nos hace el llamamiento. Toda nuestra vida cristiana, de comienzo a fin es un constante llamar de Dios y un constante caminar nuestro. La cuestión aquí es si hay equilibrio, si nuestra vida es Axios, digna pues. 

¿Hay equilibrio en nuestras vidas entre el Dios que nos llama por su gracia, a través del Evangelio, y nuestro diario vivir en este mundo? ¿Hay equilibrio entre el llamado del Espíritu Santo con el cual fuimos sellados el día en que creímos en el evangelio y nuestro servicio a Dios?  ¿Hay consonancia entre Dios que nos salvó para alabanza de su gloria y nuestra vida comunitaria como iglesia? ¿Hay balance entre el hecho de que Dios nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo Jesús y nuestro involucramiento y uso de nuestros dones en y a través de la iglesia? ¿Es digna la manera en que agradecemos a Dios el hecho de que nos haya dado vida cuando estábamos muertos en delitos y pecados?  Recordemos que no éramos pueblo suyo, que estábamos lejos de su misericordia, que andábamos sin Cristo, sin Dios y sin esperanza en este mundo. Pero Él por su gran misericordia, nos hizo parte de su familia; ya no somos extranjeros ni advenedizos, sino parte de su pueblo. En Cristo somos una nueva humanidad.
 
¿De qué maneras prácticas hoy podemos vivir vidas dignas del llamado que Dios nos hizo y nos sigue haciendo? Dejemos que la misma carta a los Efesios nos dé la respuesta, sólo tengamos la sensibilidad y discernimiento para hacerlo de una manera relevante a nuestro tiempo y cultura.
 
1. Ef. 2:10 Nos hizo, nos re-creó en Cristo Jesús para que anduviésemos en buenas obras.  Buenas obras = obra, trabajo, tarea, función, misión. De la siguiente naturaleza o calidad = buena, excelente, fructífera, útil, provechosa.

¿Qué obras de este tipo podemos realizar en nuestro contexto como testimonio del Dios que nos ha llamado y recreado para esto? Quiero escucharlos.
 
2. Ef. 4:3 Nos llama a preservar y mantener la unidad que el Espíritu Santo ha producido. Él la produce, nosotros la guardamos o mantenemos. Una manera digna de vivir ante Dios es dejando que el Espíritu Santo, que nos ha unido en Cristo, siga haciéndolo. Debemos procurar activamente que la unidad producida por el Espíritu Santo, se preserve, se mantenga. Una iglesia dividida no es digna del Dios Trino. Recordemos que, según el Señor Jesucristo en Juan 17, unidad y misión van unidas, son inseparables.

3. Ef. 4:17 Nos ordena que ya no andemos viviendo como los otros gentiles, quienes andan en tinieblas y pecado. No debemos vivir ya más como los otros gentiles que se comportan y caminan por la vida enfocando su mente en cosas y prácticas vanas, vacías, engañosas, sin propósito. Diría el predicador en Eclesiastés "vanidad de vanidades", perseguir pompas de jabón. Efesios 4:17-29 nos habla de esas cosas vanas e inútiles en las cuales no debemos involucrarnos. Hacer eso contrista al Espíritu Santo.

4. Ef. 5:2 Debemos andar en amor, como hijos de Dios que somos, y ofrecer nuestra vida en sacrificio a quien tanto nos amó.  Una vida sacrificada al servicio a Dios y a sus propósitos, motivada por el amor a Él, subirá como un olor agradable a nuestro Padre celestial.  ¿De qué maneras sacrificiales podemos demostrar nuestro amor a Dios? El contexto nos dice que lo hacemos manteniéndonos puros ante la inmoralidad e inmundicia que hay a nuestro derredor, pero también no siendo avaros.

5. Ef. 5:8 Debemos vivir reflejando la luz de Jesucristo. Así como la luna refleja la luz del sol, nosotros debemos reflejar la luz de Jesucristo (Jn. 8:12). Somos la luz del mundo, según nos dijo el Señor. Hagamos nuestro el slogan del Señor Jesús en Juan 9:5 "entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo".

Contraste entre skotos y photos. Oscuridad y Luz. Skotos = tinieblas, pecado, maldad. Photos= luz, resplandor, fuego, brillo. El fruto del Espíritu (bondad, justicia y verdad) sin duda que nos diferencia de los que no siguen a Jesucristo y andan en tinieblas. Es Él quien nos ayuda a vivir de una manera digna que nos distinga de los que no conocen al Señor.

6. Ef. 5:15 Debemos vivir sabiamente aprovechando bien el tiempo, no como necios desperdiciándolo.  Tenemos que ser vigilantes y tener cuidado en la manera que usamos ese recurso no renovable que es el tiempo, ahí se manifiesta si vivimos como sabios o como necios. Todos tenemos la misma cantidad de tiempo, pero unos son sabios al usarlo y otros no. Hoy, hay muchos distractores que buscan impedir que usemos el tiempo para cumplir la misión de Dios. La iglesia puede ser uno de ellos, con sus muchas actividades, las cuales pueden competir en vez de coadyuvar con la familia y con nuestra participación en la misión de Dios. Las distancias, el tráfico, la adicción al trabajo, la tecnología con sus teléfonos inteligentes y las tabletas, la TV por cable, los hobbies, etc., nos ajetrean y a la vez compiten por nuestra atención. Pero esas mismas cosas, si somos sabios, podemos redimirlas y usarlas para la misión de Dios. La iglesia tiene que verse a sí misma como agente del Reino de Dios, como instrumento de su misión, y una vez que se vea como pueblo misional, deberá simplificarse a fin de permitir que sus miembros cumplan la misión de Dios, no sea que por tanta actividad estorbe el enfoque externo de la misión de Dios.

DIOS LLAMÓ A NOÉ, Y ÉSTE OBEDECIÓ CONSTRUYENDO EL ARCA A TRAVÉS DE LA CUAL ÉL Y SU FAMILIA SE SALVARÍAN.

DIOS LLAMÓ A ABRAM, Y ÉSTE DEJÓ SU ZONA DE CONFORT Y TODO LO QUE LE DABA SEGURIDAD E IDENTIDAD, PARA CAMINAR POR FE Y SEGUIR AL DIOS QUE LO ESTABA LLAMANDO.

DIOS LLAMÓ A MOISÉS EN UNA ZARZA ARDIENTE, Y ÉSTE DEJÓ SU OFICIO DE PASTOR EN EL DESIERTO, PARA LLEGAR A SER EL LIBERTADOR DE SU PUEBLO.

DIOS LLAMÓ A DAVID DETRÁS DEL REBAÑO DE OVEJAS, Y ÉSTE LLEGÓ A SER REY Y PASTOR DE ISRAEL Y UN HOMBRE CONFORME AL CORAZÓN DE DIOS.

DIOS LLAMÓ A ISAÍAS EN UNA VISIÓN MAJESTUOSA EN EL TEMPLO, Y ÉL RESPONDIÓ "HEME AQUÍ, ENVÍAME A MÍ".

JESÚS, EN EL MAR DE GALILEA, LLAMÓ A DOS PAREJAS DE HERMANOS PESCADORES, Y ESTOS, DEJANDO LAS REDES, LAS BARCAS Y A SUS FAMILIARES, LO SIGUIERON Y SE HICIERON "INMORTALES".

JESÚS LLAMÓ A LEVÍ DETRÁS DE LA MESA DE LOS TRIBUTOS, Y ÉSTE LO SIGUIÓ A PARTIR DE ALLÍ, Y HOY TENEMOS EL EVANGELIO DE MATEO. 

EL JESÚS RESUCITADO SE APARECIÓ A SAULO Y LO LLAMÓ, Y ÉSTE, DEJANDO SU CAMINO, CAMBIÓ DE PERSEGUIDOR A SEGUIDOR. LLEGÓ A ESCRIBIR MÁS DE LA MITAD DEL NUEVO TESTAMENTO Y PLANTAR IGLESIAS HASTA SU MUERTE.

El mismo Pablo, nos dice hoy: "Fiel es el que os llama, el cual también lo hará" Y tú, ¿cómo caminarás en respuesta al llamado que Dios te hizo, te hace y te seguirá haciendo? ¿Es tu vida digna, equilibrada y balanceada respecto a los llamados que Dios te hace.  


Diciembre 2016

Floriano Ramos Esponda
  

MODO MISIONAL DE MEDIR EL ÉXITO DE UNA IGLESIA

La iglesia debe moverse más allá de medir el éxito por los indicadores tradicionales de 

  1. asistencia, 
  2. edificios y 
  3. finanzas. 


En lugar de eso debemos crear nuevas maneras de medir la efectividad en el ministerio y la misión. Pablo nos da los elementos clave en sus epístolas:

  1. Fe que obra
  2. Amor que trabaja
  3. Esperanza que se mantiene constante.


Estos nuevos indicadores incluirán medir el impacto que la iglesia está teniendo sobre y dentro de la comunidad en vez de sólo medir lo que está sucediendo entre  los miembros dentro de las cuatro paredes de las instalaciones de la iglesia. Para la iglesia misional no cuenta tanto cuánta gente está activa dentro de la membresía de la misma, sino cuánta gente participa activamente en la comunidad. Ya no es tanto acerca de cuánto dinero se recoge y se atesora, sino de cuánto dinero se da a la misión de Dios para que su reino se demuestre y se extienda en la tierra.


Una iglesia misional se hará las siguientes preguntas:

 

1. ¿Cuántas horas ha invertido la iglesia orando por asuntos de la comunidad? 

2. ¿Cuántas horas han invertido los miembros con los no creyentes?

3. ¿Cuántos de aquellos no creyentes están haciendo movimientos significativos hacia Jesús? 

4. ¿Cuántos grupos de la comunidad usan las instalaciones de la iglesia? 

5. ¿Cuántas personas de la comunidad han sido ayudadas en lo que respecta al área de la salud? 

6. ¿Cuántas personas de la comunidad han sido ayudadas por la iglesia en lo que respecta a empleo?

7. ¿Qué cantidad de niños en edad de escuela están siendo ayudados y tutoreados después de las actividades de la escuela por gente de la iglesia? 

8. ¿Cuántas veces los líderes de la comunidad o la simple gente de fuera busca a la iglesia por un consejo?

 

Hasta que la iglesia reconsidere la definición de éxito en el ministerio y cree nuevos estándares para medir apropiadamente ese éxito, continuará permitiendo que recursos (espirituales, humanos, materiales y financieros) vitales sean mal dirigidos en otras direcciones.

JESÚS: MISIONAL Y SIMPLE

JESÚS: MISIONAL Y SIMPLE


Introducción de una serie de reflexiones sobre el aspecto misional y simple de Jesús.


¡Que tú, Señor, recibas la gloria por estos escritos!


Jesucristo es una persona teantrópica, es Dios y es hombre. Los cristianos evangélicos al enfatizar tanto la deidad de Cristo, lo cual es bíblico y por lo tanto correcto, hemos descuidado su humanidad; y al hacer esto hemos perdido algo muy valioso, su modelo de vivir y cumplir la misión de su Padre, quien lo envió a este mundo. 


Hemos hablado tanto en himnos, coros, sermones y libros de su deidad, su poder y su trascendencia, que dejamos de ver su cercanía, su humildad, su vida de servicio y las relaciones personales que estableció. Existen excelentes libros acerca de la deidad de Jesucristo tanto en en español como en inglés. 


Nunca debemos dejar de hablar, enfatizar y enseñar la deidad de Jesucristo. Pero creo que debemos explorar cómo fue la persona de Jesús de Nazaret en cuanto al cumplimiento de la misión del Padre, ya que para eso nos llamó y a eso nos encomendó: "como el Padre me envió al mundo, yo os envío al mundo". 


En Juan 17:18 lo dice a modo de oración al Padre, pero en Juan 20:21 es una orden dada a sus discípulos. Estos dos pasajes dejan muy claro que el ejemplo a imitar y el modelo a seguir en el cumplimiento de la misión de Dios es Jesús. Su misión fue la misión del Padre, nuestra misión es la misión que Él vino a cumplir a la tierra, "Les aseguro que el que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.” (San Juan 13:20 DHH).


No sólo vino a proclamar el evangelio del reino de Dios de forma oral, sino que se hizo carne y habitó entre los seres humanos, y como ser humano, irradió la gracia y la verdad de Dios. Esa es, ni más ni menos, la misión de cada verdadero cristiano.


Floriano Ramos Esponda

sábado, 26 de noviembre de 2016

SIETE ORACIONES MISIONALES

SIETE ORACIONES MISIONALES 




Si vamos a alinear nuestros corazones con Dios y vivir misionalmente, necesitamos  que Dios obre en nuestras vidas. Esto significa que necesitamos ser gente busque a Dios en oración. Me gustaría sugerirte siete oraciones misionales que puedes apropiarte y orarlas. 


1. Dios, dame ojos que vean a la gente como tú la ves. 


Jesús VIO las multitudes, y cuando Él lo hizo reconoció la verdadera necesidad espiritual de las personas. 


Debemos ver más allá de las etiquetas que la sociedad impone a las personas y así llegar a ver las necesidades que ellas tienen. No importa su estatus social, su inclinación política, su oficio o profesión, su color de piel, o cualquier otra línea de separación que el mundo les imponga. Hay algo más importante que todos tenemos en común y que nos une en un sentido.


Todos fuimos creados por Dios para relacionarnos con Él, y nunca conoceremos ni experimentaremos la verdadera vida lejos de esa relación. 


Necesitamos ver a la gente como Dios la ve. ¡Dios, danos ojos para ver a la gente como tú la ves!


2. Dios, dame un corazón que sea movido por la compasión.


Cuando Jesús vio a las multitudes fue movido a compasión.  Podemos tener la misma experiencia.  Quiera Dios moverse en nuestros corazones por su Espíritu quebrantando nuestros corazones a favor de este mundo y la gente que lo habita y que no está en una correcta relación con Él a través del único mediador, Jesucristo.


3. Dios, dame oídos para escuchar tu voz. 


En Hechos 8, Felipe estaba inmerso en el ministerio evangelístico cuando oyó la voz de Dios que lo instruía a ir a cierto camino. Cuando arribó a dicho camino, el Espíritu de Dios le dijo que se acercara a un carruaje que por allí transitaba. Y, como él hizo lo que Dios le había dicho que hiciera, pudo compartir el evangelio al etíope eunuco.


Escuchar la voz de Dios abrió la puerta para que él fuese usado por Dios para conducir a otra persona a  Dios.  ¡Que podamos escuchar la voz de Dios y obedecerla!


4. Dios, dame pies que vayan a donde tú me envíes. 


Felipe escuchó a Dios y luego fue en la dirección que Él le marcó. Dios le dijo a dónde ir, y Felipe lo hizo.


¡Oír no es suficiente, necesitamos pies que vayan a donde Dios quiera llevarnos!


5. Dios, dame manos que sirvan para expresar tu amor. 


Jesús vino en forma de siervo y nos llama a servir a otros.  En Filipenses 2, Pablo dice que la misma mentalidad y estilo de vida que hubo en Cristo Jesús, debería  habitar en nosotros también.  Luego, pasa a pintar con palabras un cuadro del ejemplo que Jesús vino a dar.  En el mero corazón o centro de este cuadro está el hecho de que Jesús se hizo siervo hasta la muerte, y muerte de cruz.


¡Que podamos llegar a ser siervos como Jesús, quien expresó su amor a otros de tal modo que ellos puedan ver nuestras buenas obras y glorificar a nuestro Padre celestial! 


6. Dios, dame una voz que comparta tu verdad. 


Nuestras vidas son una colección de  microhistorias que contienen el Evangelio de Jesucristo hecho carne en nuestras vidas. Somos llamados a compartir nuestras historias con otros como una manera de proclamar el evangelio a nuestro mundo. ¡Que tengamos el coraje para usar nuestra voz para Él y su misión!


7. Dios, dame oportunidades para participar contigo en tu misión para transformar el mundo.


Esta es la esencia de la vida misional – que nos unamos a Dios en SU misión para salvar y transformar al mundo conforme Él lo quiere.  Hacer esta oración permite que Dios conozca que tú estás con Él en su misión y pide a Dios que te abra puertas para hacer una diferencia a favor del Reino de Dios. 


¿Qué otras oraciones podrías añadir a esta lista?


viernes, 29 de julio de 2016

Misión de Dios

1. Amar a Dios: Adorarlo y obedecerlo.

2. Amar a otros: amar, liberar, liderar y enviar.
                        Todo ser humano es perfectible.

3. Servir al mundo: Con tus talentos naturales, dones espirituales, personalidad, recursos materiales y financieros, relaciones personales.

Misión es el pueblo de Dios cruzando barreras intencionalmente de iglesia a no iglesia, de fe a no fe, para proclamar por palabra y obra la venida del reino de Dios en Jesucristo. Esta tarea se logra por medio de la participación de la iglesia en la misión de Dios de reconciliar a las personas con Dios, con ellas mismas, unas con las otras y con el mundo, y reuniéndolas en la iglesia a través del arrepentimiento y la fe en Jesucristo por la obra del Espíritu Santo con la visión de transformar al mundo como una señal de la venida del reino en Jesucristo. 

martes, 26 de abril de 2016

MODELO PETRINO DE MISIÓN


Modos de Misión: Un Pueblo Misional

En esta serie sobre modelos de misión, veremos cómo Pedro la modeló. 

Por Ed Stetzer- Traducido por Floriano Ramos Esponda 


Este es el primer escrito de una serie sobre diferentes  "modos de misión."

Esta semana veremos el Modelo Petrino de  misión.

Al ayudar a clarificar, desafiar y animar a los líderes eclesiásticos (y sus iglesias) hacia una mayor efectividad (eficacia) misional, puede ser muy útil considerar tres modos de realizar la misión tal como son encarnadas por Pedro = Misión Petrina, (1 Pedro 2:9–12), Juan = Misión Joanina, (Juan 20:21), y Pablo = Misión Paulina, (la vida de Pablo). Al hacerlo, podemos discernir que un pueblo misional, que encarna el “envío,” está en una misión de multiplicación.

La realidad de estos modos es que un estudio a profundidad de cada uno revelaría elementos de unos y otros. Sin embargo, abajo intento enfatizar el principal enfoque de cada uno en un esfuerzo por edificar un visual del pronunciamiento del mensaje y movimiento de misión, lo cual resulta en una mayor eficacia (efectividad) misional.

Misión Petrina—Un Pueblo Misional

Cuando Dios salva a la gente, no la salva solamente de sus pecados y de ellos mismos, sino que también los salva para que sean SUYOS y para que formen parte de su pueblo. Por ejemplo, cuando Dios llamó a Abraham, no fue simplemente un llamado para Abraham, sino también para el pueblo que  descendería de él. Así, la misión de Dios incluye formar un pueblo para su gloria y sus propósitos. En el Nuevo Testamento, el modelo Petrino de misión establece una “comunidad” como un impulso misional, por esto enfatiza que la misión de Dios incluye el hecho de que Dios está formando un pueblo, o una comunidad, para sí mismo.

La base del modelo Petrino de misión se halla en 1 Pedro 2:9–12, donde Pedro escribe, "ustedes son un linaje escogido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo para su posesión, de tal modo que ustedes proclamen las alabanzas de Aquél que los llamó de las tinieblas a su maravillosa luz. Ustedes que una vez no eran su pueblo, pero ahora son pueblo de Dios. . .  Condúzcanse ustedes mismos honorablemente entre los gentiles, de tal modo que en caso de que ellos hablen contra ustedes como de malhechores, ellos al observar las buenas obras de ustedes, glorifiquen a Dios en el día de la visitación."

En este pasaje, Pedro extrae conceptos de Éxodo 19, donde Dios estableció su pacto con Israel. De acuerdo con  Christopher Wright, el pacto que Dios estableció con Israel fue un pacto misional, que hizo de Israel una comunidad misional (2006, 324-340). Dado que Pedro conecta a la Iglesia con Israel, la "comunidad" misional del Nuevo Testamento también debería ser una comunidad que:

* (1) exista para Dios y para bien del mundo,
* (2) es moldeada por el evangelio, y 
* (3) sirve como una fuerza "atraccional" centrípeta por la cual Dios ” atrae a la gente hacia sí mismo.

1. Una comunidad misional existe para Dios y para bien del mundo.

Pedro usa el término “posesión” para comunicar la idea de que la iglesia no existe para sí misma, sino para aquél que la formó y la hizo  existir. Tal como Israel fue un pueblo creado por Dios y para Dios, así también es la Iglesia. Tal como  Israel tuvo un Sumo Sacerdote que  funcionaba como cabeza sacerdotal y entraba al Lugar Santísimo, nosotros en Jesús tenemos un Sumo Sacerdote que funciona como cabeza de su iglesia.

Además, Pedro usa el término “sacerdocio,” el cual habla de la Iglesia como una comunidad que vive en la presencia de Dios y que media entre Dios y el mundo. Tal como Israel debía ser un pueblo que se mantuviera permaneciendo en la presencia de Dios, reflejando su gloriosa luz, y siendo un mediador para las naciones que vivían en las tinieblas (Beale 2004, 115), así también es la Iglesia.

2. Una comunidad misional es moldeada por el evangelio. 

Pedro describe a la Iglesia como una “nación santa” que “proclama las alabanzas de aquél que los llamó de las tinieblas a su maravillosa y admirable luz.” En otras palabras, la Iglesia debe ser una “comunidad” marcada por la vida de Jesús y por el modo o manera que Él evidenció. Jesus salva a su pueblo; Jesús  santifica a su pueblo.

Parece que desear la Palabra (1 Pedro 2:2) y venir a Jesús (1 Pedro 2:4) son prerequisitos para que la “comunidad” de Dios sea santa. De ser así, la comunidad es moldeada por el evangelio. Por lo tanto, el modo Petrino de misión parece demandar (requerir)  una comunidad centrada en el evangelio. Esto significa que todo lo que tenga que ver con la comunidad—incluyendo su estructura, estrategia, ministerios, programas, y procesos—debería centrarse en Jesús y su Palabra.

3. Una comunidad misional debería ser  "atraccional.”

En la medida que la iglesia exista para Dios y para el bien del mundo, y sea moldeada por el evangelio, Dios la usa como un mecanismo “atraccional” para atraer a otros hacia sí mismo. Pedro comparte que al  observar nuestras buenas obras, aquellos que están lejos de Dios vendrán a glorificarle. Así, conforme la iglesia encarna, personifica e implementa y valida la vida de Dios, llegamos a ser una “señal atractiva” a un mundo que nos observa (ver Goheen 2011, 25).

La iglesia en Jerusalén ejemplifica el modo Petrino de misión. Cuando Lucas describe a la iglesia temprana o primitiva en Jerusalén, revela que ellos eran fuertes en  armonía, unión, solidaridad y servicio hacia los de dentro como a los de fuera de su compañerismo (Hechos 2:42–47) como un resultado  de la transformación que el evangelio había causado en ellos. Debido a esto, ellos atrajeron a muchos judíos a su familia de fe. Además, tuvieron muchos líderes quienes buscaron proteger la integridad del ministerio y misión (Hechos 4, 5, 6, 7, 15) así como también añadieron estructuras a fin de incrementar la efectividad en el ministerio y la comunidad (Hechos 6:1–7). En resumen, la iglesia en Jerusalén descolló como una comunidad de fe en su localidad.

En cada modo de misión, sin embargo, puede haber consecuencias no intencionales ni útiles. Aunque el espacio no nos permite explorar las tendencias de cada modo, quizás un ejemplo puede ser ilustrativo. Por ejemplo, hubo algunos en la iglesia en Jerusalén —incluyendo a Pedro (Gálatas 2)—quienes tuvieron dificultad en cruzar las barreras culturales, étnicas y raciales. De hecho, algunos batallaron teológica y prácticamente con una iglesia multiétnica y multicultural (Hechos 15:1–35; Gálatas 2:11–14). Muchos quisieron aferrarse a sus tradiciones y prácticas judías (p. en. circuncisión) y enseñaron a los  gentiles que a fin de ser parte plena de la comunidad de la fe, ellos necesitaban hacer lo mismo que los judíos.

Para resumir, ellos no se detuvieron en ser una comunidad enfocada en proteger y preservar la integridad del evangelio; en lugar de eso, ellos se movieron hacia la auto-protección y preservación al crear una cultura de iglesia  [sincretista] —mezclando aspectos del judaísmo con Jesús. Eventualmente, la iglesia sincretista de  judaísmo y cristianismo llegó a ser conocida como los Ebionitas (Ebionismo = judíos cristianos) (ver Stetzer 2002).

Usando una descripción más contemporánea, una lección clave en el Modo Petrino de misión es edificar una comunidad centrada en el evangelio, pero una que sea capaz de discernir cuándo el ministerio y la misión centrados en el evangelio se están convirtiendo o se han convertido en ministerio y misión auto-centrados. Por otro lado, es perfectamente normal (y realmente necesario) preservar y proteger a la iglesia a medida que se relaciona a fin de  contender por el evangelio y por el avance de la misión; sin embargo, es contraproducente preservar y proteger aquellas cosas que impiden que la comunidad de fe cumpla la misión de Dios en maneras y lugares a donde Dios los ha llamado a hacerlo.

En pocas palabras, el Modo Petrino de misión, (comunidad), habla de un pueblo misional. De este modo, las iglesias deberíamos ser intencionales en cuanto a enseñar a nuestra gente que SOMOS iglesia, no VAMOS a la iglesia, y que el congregarnos no es para consumir bienes y servicios religiosos, sino para ser conformados en ese pueblo misional de Dios, para su  gloria y para el bien del mundo. Al hacer esto, Dios usa a su pueblo misional como el trailer (corto) de una película  escatológica  que atrae ala gente para ser parte de su historia—a ser parte de su pueblo.

* Ebionismo

Ebionismo o ebionaioi (griego: Ἐβιωναῖοι; derivado del hebreo אביונים ebion, que significa "el pobre" o "los pobres"), es un término patrístico que hace referencia a una o varias sectas judeocristianas que existieron durante el cristianismo primitivo.[1] Veían a Jesús como el Mesías pero manteniendo una cristología "baja", es decir, afirmaban que Jesús era el Mesías pero rechazaban su preexistencia, esto es, que tuviera naturaleza divina y que su nacimiento hubiera sido virginal[2] e insistían en la necesidad de seguir los ritos y leyes judías cumpliendo preceptos como la circuncisión, el sábado o las prohibiciones alimenticias (cashrut).[3] Los ebionistas solo utilizaban uno de los evangelios según los hebreos,[4] reverenciaban a Santiago y rechazaban a Pablo de Tarso como un apóstata de la ley.[5] Su nombre sugiere que otorgaban un especial valor a la pobreza voluntaria. Las últimas comunidades ebionitas podrían haber desaparecido alrededor del siglo V.

viernes, 15 de abril de 2016

Renovación Radical - El problema de los odres de vino hoy

Renovación Radical – el problema de los odres de vino hoy.

Howard A Snyder.
 
Dios es siempre un Dios de cosas nuevas – tanto el AT como el NT hablan todo el tiempo de cosas nuevas.

1. Salmo 40.3 Puso en mi boca un cántico nuevo.
2. Isaías 42.9 He aquí, ya sucedieron las cosas primeras o anteriores; ahora les anuncio las cosas nuevas.
3. Isaías 43.19 He aquí que yo hago una cosa nueva
4. Isaías 65.17 Porque he aquí que yo creo cielos nuevos y tierra nueva (2 Pedro 3.13).
5. Ezequiel 11.19 ... y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos.
6. Hebreos 10.20 por el camino vivo y nuevo que Él nos abrió a través del velo...
7. Lucas 22:20 Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre que por ustedes se derrama.
8. Apocalipsis 21.5 He aquí yo hago nuevas todas las cosas.

lunes, 4 de abril de 2016

CUATRO COSAS QUE TODO PREDICADOR DEBIERA OLVIDAR CADA QUE VA A PREDICAR

4 COSAS QUE TODO PREDICADOR DEBERÍA OLVIDAR CADA DOMINGO POR LA MAÑANA

Leslie Holmes 

- Traducido por Floriano Ramos Esponda




Cuando se llega el momento de pararnos y predicar, necesitamos dejar algunas cosas detrás de nosotros.


He estado reflexionando sobre un gran momento en la vida de José. Fue justo después del nacimiento de su hijo Manasés, que él explica por qué lo nombró así: "Y llamó José el nombre de su primogénito Manasés; porque Dios (dijo) me hizo olvidar de todo mi trabajo, y de toda la casa de mi padre. (Génesis 41:51 JBS). ¡Oh, bendita capacidad de olvidar!
Dios da a cada uno de nosotros una memoria con dos funciones primarias. Primero, la habilidad de recordar  las cosas que necesitamos saber. Usamos nuestra memoria para tratar de recordar el flujo de las notas o manuscrito de nuestro sermón cada vez que predicamos. Pero también para recordarnos que es domingo por la mañana y que debemos ir a reunirnos con la iglesia y exponerles la Palabra de Dios.

 La otra función de la  memoria es justo lo opuesto: Usamos nuestra memoria para olvidar algunas cosas.
Con el paso de los años debemos llegar a ser muy buenos olvidadores. De lo contrario iremos añadiendo cada vez más carga a nuestra vida conforme pase el tiempo. De hecho, deberíamos llegar a ser perfectos olvidadores. Cuando José nombró Manasés a su primogénito, es porque Dios le había ayudado a olvidar toda la carga, el trabajo y los malos sentimientos y actitudes de su misma familia. Es como si José estuviera diciendo: "Soy un perfecto olvidador porque he decidido no permitir que algunas malas memorias lleguen a ser una carga para mí". La palabra hebrea kineshni también podría ser traducida "inconsciente de" o "sin pensar en".

Hay algunas cosas en los bancos de nuestra memoria que nosotros mejor deberíamos soltar o dejarlas ir,  especialmente porque como predicadores y pastores se nos ha llamado a tener el rol de ser modelos de las demás personas. ¿Qué cosas deberíamos pedir a Dios que nos ayude a remover de nuestras memorias? Reflexionando en mis 40 años de ministerio pastoral, puedo pensar por lo menos en cuatro, una o más de las cuales podrían sorprenderte:

¡OLVIDA TUS PECADOS!

"Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9). Cada vez que leo este versículo, viene a mi mente una conversación que tuve con Valeria*. Ella, quien había comprometido su vida a Cristo siendo una adolescente, estaba acercándose a la media vida. Por más de dos décadas, ella había estado llevando la carga de un desliz inmoral momentáneo en un viaje de graduación de la preparatoria. Cuando le compartí estas palabras inspiradas del apóstol Juan, ella dijo, "He leído esto cientos de veces, sólo que no puedo perdonarme a mí misma." La recuerdo porque efectivamente Dios ya la había perdonado, pero ella se había puesto un estándar de perdón más alto que Dios mismo. Todos somos pecadores, y necesitamos confesar nuestros pecados; y luego, habiendo recibido el perdón de Dios, perdonarnos nosotros mismos.

¡OLVIDA LAS CRÍTICAS! 

Como predicadores, seremos el blanco de muchas críticas no importa lo que hagamos o hayamos hecho. C.S. Lewis en "Cartas del diablo a su sobrino" instruye a Orugario para que se convierta en un "buscador y hallador de fallas en la iglesia". Ésta ha sido una buena estrategia de  Satanás—una que aún sigue usando. Ataques perversos, viles, feos, celosos y envidiosos  son parte y parcela en la vida de los ministros. Dichos ataques hieren, lastiman, pero debemos practicar el olvidarlos. Si no lo hacemos, nos encontraremos a nosotros mismos ministrando a la defensiva, ¡y eso nunca funciona! Al olvidarlos intencionalmente, podemos demostrar el amor y la misericordia de aquel que nos llamó a predicar y quien dijo, "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34). Perdona a tus críticos, olvida la dureza de lo que hayan dicho o hecho, y sigue adelante. ¡Oh, bendita capacidad de olvidar!

¡OLVIDA TUS PROPIAS BOBERÍAS O BABOSADAS! 

¡Dado el número de veces que hablamos y actuamos en público, no debería sorprendernos  que lleguemos a decir o hacer estupideces o cosas tontas! Cada vez que suceda esto, discúlpate rápidamente y pide perdón. Luego, muévete hacia delante. Perdónate a ti mismo.  Imagina qué terrible diferencia habría sido si Pablo hubiese continuado peleando emocionalmente consigo mismo por todas las cosas que hizo antes de encontrarse con el Cristo resucitado en el camino a Damasco. En vez de eso, él escogió valorar esas cosas como basura y pérdida (ver Fil. 3:8). Aprende tu lección; luego, intencionalmente olvida lo que hiciste y permite que la paz única del evangelio reine en tu corazón.

¡OLVIDA TUS ÉXITOS! 

A todos nos gusta el reconocimiento y los elogios. Sin embargo, cuando descansamos en logros pasados, llegamos a ser auto-centrados, y todo nuestro futuro parece como si hubiese sucedido ayer. Mira aquellos grandes momentos como escalones para alcanzar nuevos éxitos que Dos ha planeado para tu futuro. Agradece a Dios por lo que hizo a través de ti, y pon tu pequeña mano en su poderosa mano y así estar listo  para lo que tenga preparado para ti. Pablo, recordando sus éxitos, dijo, "Una cosa hago: olvido ciertamente lo que queda atrás y me extiendo a lo que está por delante, prosigo hacia la meta por el precio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Fil. 3:13-14).

Mantén tu mente enfocada en "lo que es cierto, noble, recto, puro, amable y admirable—si algo es excelente o digno de alabanza —en esas cosas debes pensar" (Fil. 4:8).

*El nombre verdadero ha sido cambiado.


El Dr. Leslie Holmes es profesor de ministerio y predicación en el Seminario Teológico Erskine en  Columbia y Due West, SC. Un ministro presbiteriano, él fue recientemente el pastor principal de la Iglesia Presbiteriana Reid Memorial en Augusta, GA.

sábado, 20 de febrero de 2016

El porqué de misional y simple

Misional tiene que ver con la misión. Es un adjetivo calificativo que modifica al sustantivo que le antecede.

Jesús fue misional porque vino a cumplir la misión que su Padre le había encargado. No fue institucional ya que no vino a fundar una institución* sino una comunidad relacional que se conoce como iglesia.

Simple es lo opuesto a complejo o complicado. Simple es sinónimo de sencillo. Simple no quiere decir que es fácil. Lo contrario a fácil es difícil.

 Jesús fue el ejemplo máximo de simplicidad o sencillez. No se complicó la vida, ni se la complicó a los demás. No le fue fácil, sino que le costó su vida misma el cumplir la misión de su Padre. Pero lo hizo de modo tan simple, que sus seguidores, gente del vulgo y sin preparación, pudieron repetir lo que Él les había transmitido y modelado.

Por eso somos y queremos seguir siendo, misionales y simples como Jesús.

FRE


*El ejemplo máximo de una institución es la Iglesia Católica Romana con todo su aparato político, religioso y financiero; pero tristemente las diferentes denominaciones evangélicas o protestantes se institucionalizan cada vez más en vez de simplificarse a fin de poder cumplir la misión de Dios.

viernes, 29 de enero de 2016

EL CRECIMIENTO NORMAL DE LA IGLESIA



El crecimiento normal de la Iglesia

Howard A. Snyder

La comunidad del pueblo de Dios crece al traer personas a la fe en Jesucristo y al incorporar a estos nuevos discípulos en el cuerpo de creyentes. Éste deber ser el patrón normal de crecimiento de la Iglesia. Hay varios aspectos de ese proceso de crecimiento que necesitan ser discutidos.

Crecimiento normal significa crecimiento que se ajusta a la norma del evangelio. Por normal no quiero decir ni promedio ni habitual. Más bien, me refiero al crecimiento que resulta cuando la Iglesia se adhiere a la norma bíblica para su vida, estructura y testimonio. Ésta es la única norma que cuenta y el único criterio válido.

Hay algo espontáneo en el crecimiento genuino de la Iglesia. El crecimiento normal no depende de programas o técnicas efectivas, aunque la planificación tiene su lugar. Más bien, el crecimiento es la consecuencia normal de la vida espiritual. Lo que tiene vida crece. El crecimiento normal de la Iglesia es espontáneo en el sentido de que la naturaleza de la Iglesia es crecer, espiritualmente, numéricamente y en su impacto cultural.

Como el de Jesús, su crecimiento debe ser “en sabiduría y estatura y en favor para con Dios y los hombres” (Lc.2:52). Roland Allen tenía razón al hablar de “la expansión espontánea de la Iglesia”. El crecimiento de la Iglesia no es cuestión de traer a ella lo que es necesario para que crezca, porque si Cristo está ahí, las semillas del crecimiento están presentes ya. Más bien, es cuestión de remover los obstáculos que existen para ese crecimiento. La Iglesia crecerá naturalmente si no está limitada por barreras no bíblicas.

¿Cuáles son algunas de estas barreras? Potencialmente existen muchas: falta de unidad espiritual, inmoralidad y doctrina falsa son algunas de las que vienen a mi mente al pensar en la iglesia del Nuevo Testamento.

Otros dos obstáculos que se relacionan especialmente con su naturaleza y estructura son las tradiciones antibíblicas y las estructuras institucionales rígidas. Éstos eran dos de los factores que se encontraban presentes en el judaísmo y que requerían la formación de una iglesia distinta del judaísmo, cuando Cristo viniera.

Hablando a los escribas y fariseos, Jesús dijo: “Ustedes invalidan la palabra de Dios por causa de su tradición” (Mt.15:6). En otra ocasión Él dijo: “El vino nuevo tiene que ser echado en odres nuevos” (Lc. 5:38). En ambas ocasiones Él se estaba refiriendo a las tradiciones y estructuras que se habían formado en el judaísmo y que estaban realmente sofocando la obra de Dios.

Lo mismo ha sucedido tantas veces en la historia de la Iglesia. Tradiciones y estructuras no bíblicas han limitado su crecimiento hasta no ser corregidas o (más a menudo) destruidas, de la misma manera que el vino nuevo rompe y destruye los odres viejos.

El ciclo de vida del crecimiento de la Iglesia
Hay un patrón de crecimiento de la Iglesia. El crecimiento varía de un lugar a otro y de una época a otra; no obstante, hay ciertos patrones que emergen consistentemente.

El Espíritu Santo produce el crecimiento de la Iglesia; es él quien acerca a los hombres a Cristo.  Examinando el Nuevo Testamento y la historia de la Iglesia, podemos percibir algunas de las formas en que el Espíritu obra para producir tal crecimiento.   Deseo enfatizar en particular cuatro factores que son componentes esenciales de crecimiento y que están cimentados en la naturaleza bíblica básica de la  Iglesia.

Donald  McGavran y otros han señalado correctamente la importancia de los factores externos: influencias políticas, religiosas, ideológicas, socioeconómicas y de otro tipo, que determinan la receptividad de un pueblo. Éstas necesitan ser tomadas en consideración también, pero no se relacionan directamente con la naturaleza misma de la Iglesia.

Estos cuatro factores constituyen el ciclo de la vida de la Iglesia conforme crece y se reproduce. Ellos son (1) proclamación de las buenas nuevas, (2) multiplicación de las congregaciones, (3) edificación de la comunidad cristiana y (4) ejercicio de los dones espirituales.

1.    Proclamación de las buenas nuevas. El mandato de la proclamación es central en el plan cósmico de Dios, ya que este plan se centra en lo que Dios está haciendo por el hombre. Se relaciona con la redención que trae salvación eterna y edifica a la Iglesia.

La Iglesia después de Pentecostés evangelizó inconteniblemente. El gran interés y fuerza motora de la iglesia primitiva era comunicar las buenas nuevas acerca de Jesús y de la resurrección, dando testimonio de lo que habían visto, oído y experimentado. El impulso evangelístico es inherente al evangelio y a la experiencia de conversión y nuevo nacimiento por el Espíritu.

La tarea evangelística de la iglesia es proclamar las buenas nuevas de salvación en Jesucristo por todo el mundo, hacer discípulos y edificar la Iglesia (Mt. 28:19 20; Mr. 16:15). Por lo tanto, la evangelización debe ser siempre la prioridad en el ministerio de la Iglesia en el mundo.

2. Multiplicación de las congregaciones cristianas. Sin embargo, la proclamación evangelística no es un fin en sí misma. Debe apuntar más allá de la propia proclamación, a la formación de discípulos. No es el mero crecimiento numérico sino la multiplicación de las iglesias locales lo que constituye la prueba de una iglesia saludable, en crecimiento.

El ideal bíblico no es introducir una multitud de nuevos cristianos que viven vidas desvinculadas, separadas, ni expander las iglesias locales existentes hasta que su membresía llegue a ser de miles. El patrón bíblico es formar nuevos conversos que se integren a las congregaciones locales y multiplicar el número de congregaciones al añadir nuevos conversos.

El ministerio de Pablo y de otros evangelistas del Nuevo Testamento fue un ministerio de multiplicación de iglesias. Los conversos en muchas ciudades rápidamente llegaron a ser miles; y sin embargo, por casi doscientos años no se erigieron edificios para las iglesias. El crecimiento en esas condiciones puede ser explicado solamente en términos de una multiplicación de pequeñas congregaciones. No es sorprendente, por lo tanto, que el Nuevo Testamento a menudo se refiera a “la iglesia en tu (o su) casa” (Ro. 16:5; 1 Co.16:19; Col.4:15; Flm. 2).

Recientemente un pastor dijo: “Estoy convencido de que la iglesia local puede transformarse en una gran institución”. Eso es cierto, pero es un enfoque equivocado. Se cae demasiado fácilmente en la tendencia a edificar grandes congregaciones locales con el inevitable institucionalismo, burocracia y énfasis en edificios que la acompañan. La sutil tentación de imitar los modelos institucionales seculares como el gobierno, la industria y la universidad llega a ser abrumadora y la iglesia cae en el institucionalismo con la rigidez, impersonalidad y jerarquía que son parte del paquete.

El crecimiento normal se da a través de la división de las células, no a través de la expansión ilimitada de la células que ya existen. El crecimiento de las células individuales sin que haya división es patológico más allá de un cierto punto. Los estudios sobre crecimiento de la Iglesia verifican que “sólo cuando el número de iglesias se multiplica, crece la proporción que los cristianos representan de la población total” en una sociedad determinada.

El tamaño óptimo de una congregación local variará, por supuesto, de acuerdo con factores culturales y no se puede establecer ningún límite arbitrario. La investigación sobre crecimiento de la Iglesia parece sugerir, sin embargo, que una vez que una congregación ha crecido hasta tener unos cuantos cientos de miembros, la tasa de crecimiento bajará a menos que se formen nuevas congregaciones que sean ramas de la principal, a través del crecimiento por multiplicación. Cuando se han encontrado excepciones notables a este patrón, un examen más cuidadoso generalmente ha revelado que la “congregación” local con miles de miembros, en realidad es toda una red de “subcongregaciones” más pequeñas en la que, como patrón normal, está teniendo lugar el crecimiento por multiplicación.

El crecimiento viene a través de la multiplicación de congregaciones de creyentes, no necesariamente a través de la multiplicación de los edificios de la iglesia o de las estructuras institucionales. Si la Iglesia pudiera crecer solamente con la rapidez con que los edificios son construidos o los pastores académicamente preparados, o los presupuestos aumentados, entonces el crecimiento estaría limitado por los recursos disponibles para estos propósitos. Es sorprendente que la iglesia primitiva no estuviera limitada por estos factores. Y éstos no son los verdaderos obstáculos al crecimiento de la Iglesia el día de hoy.

3. Edificación de la comunidad cristiana. Incluso la multiplicación de las congregaciones cristianas no es la meta final, sin embargo. La multiplicación debe llevar a la edificación de la comunidad cristiana en cada caso particular, ya que la voluntad de Dios es que “todos alcancemos la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios” (Ef. 4:13). Esto es el discipulado.

La evangelización requiere de la existencia de una comunidad testificadora y el crecimiento de la Iglesia ha de convertirse en un proceso continuo. La proclamación efectiva presupone la exigencia de una comunidad de creyentes que son los que hacen la proclamación. Esto es cierto incluso en las sociedades más paganas donde no existe todavía una iglesia organizada.

Porque incluso allí, tan pronto como el testimonio cristiano entra en la sociedad, la iglesia se hace presente (Mt.18:20), y los que escuchan son llamados a formar parte de la nueva comunidad. Aunque uno puede señalar, por supuesto, algunas excepciones, éste parece ser el patrón bíblico normal.

Ni Jesús, ni Pedro ni Pablo evangelizaron solos normalmente. Casi inmediatamente después de su bautismo, Jesús tenía discípulos que lo rodeaban: una comunidad cristiana incipiente (Jn 1:29 42). Jesús envió a sus discípulos de dos en dos, no de uno en uno. Pedro se hizo acompañar cuando fue a Samaria y a la casa de Cornelio en Cesarea (Hch.8:14; 10:23). Pablo casi siempre estaba acompañado por uno o más compañeros; Hechos 13:13 habla de “Pablo y compañía” o “Pablo y sus compañeros”.

Aunque hay excepciones a este patrón (Felipe en Hch. 8:4 8 y 8:26 40; Pablo en Atenas), parecen ser precisamente eso, excepciones, no la regla. Normalmente , a donde fueron los misioneros, allí fue la Iglesia (en el sentido de cuanto menos un compañero), de modo que el llamamiento evangelístico era en parte un llamado a un compañerismo comunal ya existente y demostrado, a una nueva forma de vivir juntos. Esto da nuevo significado a la afirmación de Jesús de que estaría presente en medio de dos o tres creyentes reunidos (Mt. 18:20), lo mismo que a la evangelización en las casas.

Muchas iglesias no comparten el evangelio efectivamente porque su experiencia comunal del evangelio es demasiado débil e insípida para que valga la pena compartirla. No entusiasma al creyente hasta el punto de que quiera testificar, y (como lo sospecha el creyente con desagrado) no es de ninguna manera atractiva para el incrédulo. Pero donde el compañerismo cristiano muestra lo que el evangelio es, los creyentes se animan y los pecadores sienten curiosidad y quieren saber cuál es el secreto. En esta forma la verdadera comunidad cristiana (koinonía) se transforma tanto en la base como en la meta de la evangelización.

Una de las funciones importantes de la vida cristiana en comunidad es el mantenimiento de la disciplina y de los niveles aceptados por el grupo. Aquí comunidad y doctrina se juntan y la “ortodoxia de credo” se une a la “ortodoxia de comunidad”, para utilizar las palabras de Francis Schaeffer. La comunidad es la única escuela de discipulado efectivo. Por todas estas razones, la edificación de una verdadera koinonía es un eslabón indispensable en el ciclo de vida del crecimiento de la Iglesia.

4. Ejercicio de los dones espirituales. La importancia de los dones espirituales en relación a la comunidad no puede ser sobre-enfatizada. Aquí enfatizo que el despertar y ejercicio de los dones es una parte esencial del proceso de crecimiento de la Iglesia. Una iglesia verdaderamente cristiana es una iglesia creciente. El crecimiento produce diversidad y la diversidad da lugar a más crecimiento. Ése es el secreto de la Iglesia, el cuerpo que posee los dones.

No debemos pensar, por lo tanto, ¡que sólo el don de evangelización es evangelístico!  Todos los dones espirituales contribuyen a la evangelización en una forma o en otra.  En primer lugar, varios de los líderes designados por Dios  (aquéllos que tienen el don de ser apóstoles, profetas y evangelistas especialmente)   llevan a cabo un trabajo evangelístico significativo en el mundo.

Esta evangelización sirve para ganar conversos, para fortalecer y entrenar a la Iglesia para la evangelización y el testimonio cotidiano y para interpretar al mundo la fuente de la vida de la Iglesia. Segundo, los creyentes individuales tienen un testimonio evangelístico en el mundo en la medida en que son equipados para tenerlo por los ministros encargados de la capacitación. Aunque no todas las personas tendrán el don de evangelistas, el ejercicio fiel de cada don será un verdadero testimonio del amor de Cristo. Tercero, aquéllos que ejercitan los dones más “internos” de sanidad, estímulo, enseñanza y así sucesivamente, proveen el apoyo espiritual continuo (y a veces incluso el apoyo económico) para aquéllos que llevan a cabo la evangelización en el mundo.

Cuarto, aquellos que ejercitan sus dones para sostener la vida interna de la comunidad, contribuyen a la evangelización por medio del entrenamiento e integración de los nuevos conversos a la Iglesia, una función esencial y muy a menudo descuidada. Finalmente, este funcionamiento total armonioso de la comunidad cristiana es una demostración de la verdad del evangelio y por lo tanto un testimonio en y para el mundo.

(Extractos del capítulo 7 del libro “La Comunidad del Rey”, de Howard A. Snyder, 1983, Edit. Caribe, U.S.A.)


 


 


 


jueves, 7 de enero de 2016

SEIS VOTOS QUE LOS GRANDES LÍDERES CRISTIANOS HACEN

6 VOTOS QUE LOS GRANDES LÍDERES ESTÁN DISPUESTOS A HACER Y GUARDAR

Por Rick Warren
Traducido por Floriano Ramos Esponda




Los líderes siempre son definidos por estándares auto impuestos. No estoy hablando de estándares puestos por otras personas, sino establecidos por ellos mismos. Los grandes líderes siempre esperan más de ellos mismos que lo que esperan de sus seguidores. Ponen todo su esfuerzo en ello. Eso es liderazgo.

Si damos un vistazo a través del Nuevo Testamento buscando la frase “hagan todo su esfuerzo,” = "sean solícitos", la hallaremos seis veces. Representan seis importantes votos que necesitamos hacer como líderes. Yo creo que estos seis votos nos guiarán a un ministerio efectivo y productivo.

1) VOTO DE MANTENER LA INTEGRIDAD.

«Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.» 2 Pedro 3:14 

Dios no espera de nosotros que seamos perfectos. Nadie lo es. Ser hallado sin mancha e irreprensible significa vivir con integridad. ¿Cómo mantener la integridad si no somos perfectos? Necesitamos ser transparentes. Una persona de  integridad no anda pregonando que tiene todo bajo control o que todo lo tiene arreglado y sin problemas. Por el contrario, la persona de  integridad tiene la voluntad de ser y estar abierta acerca de sus fortalezas y sus debilidades.

Tener integridad también significa vivir conforme a lo que se dice creer. Eres  modelo de lo que enseñas, y debes decir la verdad, aún cuando sea difícil. Todo liderazgo está construido sobre la confianza, y la confianza viene de tener la reputación de vivir lo que uno cree y decir la verdad. Como pastor y como líder, la gente debe confiar en ti.

¿Harás un compromiso de liderar con integridad? ¿Serás honesto respecto a tus fortalezas y debilidades? ¿Te comprometerás a vivir lo que predicas en tus sermones cada semana? ¿Dirás la verdad a quienes lideran aún cuando esto sea difícil? 

2)  VOTO DE PERDONAR A QUIENES TE HIEREN.

«Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;» Hebreos 12:14-15 

Los líderes perdonan a quienes los hieren. En el ministerio serás herido. Si no te ha sucedido, te sucederá. Tenlo por seguro. Tú serás herido tanto intencionalmente como sin intención. Serás herido por quienes reconozcan que lo están haciendo como por los que no reconocerán que te están hiriendo. No puedes estar en el ministerio sin ser herido. Si invocas balazos, los balazos llegarán a ti.

Pero tú tienes que estar dispuesto a perdonar a quienes traten de echarte abajo y destruirte. Si permites que la amargura crezca y se desarrolle, tu corazón se ahogará  para Dios y tu amor por la gente se enfriará hasta que tu corazón se encoja y se marchite. 

¿Perdonarás cuando cada hueso de tu cuerpo quiera tomar represalias? 

3) VOTO DE DESCANSAR Y CONFIAR EN DIOS. 

«Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.» Hebreos 4:11

Si vas a permanecer en el ministerio, tienes que aprender a relajarte. Necesitas estar interesado en la gente que te rodea, pero al mismo tiempo, debes reconocer que tú no eres Dios. Tú no debes ni puedes llevar la carga de otros sobre ti todo el tiempo.

¿Cómo liberarte de esas cargas? Primero, debes ir a Dios en oración. En última instancia, Dios es el único responsable por tu rebaño. Él es el único responsable por el crecimiento de tu ministerio. Comparte tus cargas con Él en oración.

Luego necesitas invertir tiempo en y con la Palabra de Dios meditando en sus promesas. Recuerda lo que Dios ha hecho en el pasado- en la Palabra de Dios y en tu propia vida.  Dios tiene un buen registro de las veces que Él ha tenido cuidado de nosotros. Recuerda lo que Dios ha hecho por ti cuando has sido tentado a permitir que el estrés debido a tu función de liderazgo en el ministerio te abrumara. 

¿Te comprometerás a rendir y entregar tu estrés a Dios?

4) VOTO DE SER UN ANIMADOR Y ALENTADOR.

«Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.» Romanos 14:19 

Como líder cristiano, deberías estar levantando y edificando personas en vez de destruirlas o arruinarlas. Dios te ha llamado a ser alguien que dé aliento y ánimo, no a ser alguien que desanime, desaliente y enfríe a las personas. Tómate el tiempo necesario para ver más allá de los problemas y así puedas mirar el potencial de aquellos a quienes lideras. La gente alrededor tuyo se desanimará en algún momento de su vida; tú necesitas ser una fuente de ánimo y estímulo para ellos.

Como pastores, somos dispensadores de esperanza. Esto es lo que significa ser un líder cristiano, traer o llevar la esperanza de/en Jesús a situaciones donde ya se ha perdido. Ayudas a gente que se ve a sí misma sin esperanza. Permite que ellos sepan que pueden hacerlo. 

¿Serás una voz de ánimo en tu comunidad, en tu iglesia, en tu hogar?

5) VOTO DE SER UN PACIFICADOR.

«solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz." Efesios 4:3 

Los líderes son llamados a hacer el máximo esfuerzo para reducir el conflicto. Nuestra sociedad está plagada y llena de conflictos. Jesús dijo, “Bienaventurados los pacificadores.” ¿Cómo hacer la paz en una sociedad tan fragmentada?

En el ministerio vas a encarar diferentes puntos de vista u opiniones. No todos en tu iglesia son como tú y piensan como tú. Y eso es bueno. Cada uno tiene algo en qué contribuir. La perspectiva de quienes ven el mundo de modo diferente puede añadir algo indispensable a tu ministerio.

Debemos valorar la unidad, no la uniformidad. Tú puedes caminar mano a mano con alguien sin verse ojo a ojo en cada asunto o decisión. Dios puede pasar por alto la falta de programas en tu iglesia.  Él puede aún pasar por alto la falta de habilidades en tu iglesia. Pero Dios no bendecirá una iglesia  dividida.

Eso significa que una de tus tareas más importantes es promover la unidad. Diez veces en los primeros cinco capítulos de Hechos de los Apóstoles, la Biblia dice que la iglesia estaba unificada. Cuando tengamos la unidad de Hechos de los Apóstoles, tendremos el poder visto en Hechos de los Apóstoles.

¿Tendrás el coraje para unificar tu iglesia cuando esté siendo jalada o empujada hacia diferentes direcciones?

6) VOTO DE NUNCA PARAR DE CRECER.
 
«vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo". 2 Pedro 1:5-8 

Vivir aprendiendo es el estilo de vida de quienes están en el liderazgo. En el momento que piensas que lo sabes todo, estás cavando tu propia tumba o ya estás muerto en cuanto al liderazgo. Tú nunca debes dejar de crecer. Ministerios crecientes requieren un liderazgo creciente y en desarrollo. Tienes que enfrentarte a ti mismo de manera continua.

Manténte leyendo. Consíguete un mentor. Solicita retroalimentación. Haz preguntas. Siempre busca maneras de desarrollarte en tu carácter y en tus habilidades. La verdadera naturaleza del liderazgo está unida (atada) al crecimiento. Tienes que mantenerte creciendo si es que vas a ser capaz de liderar a otros hacia el crecimiento. 

Echa una mirada regularmente a ti mismo. ¿En qué áreas necesitas crecer? ¿Qué necesitas aprender? ¿Cuál es la mejor manera de conseguir el entrenamiento que necesitas?

Haz un plan anual de aprendizaje continuo. El futuro de tu liderazgo depende de esto. ¿Te comprometerás a mantenerte creciendo como líder y como persona?