domingo, 20 de septiembre de 2015

«La persona de éxito tiene el hábito de hacer las cosas que a quienes fracasan no les gusta hacer», observó. «No necesariamente le gusta hacerlas. Pero su disgusto está subordinado a la fuerza de sus propósitos.» Esa subordinación requiere un propósito, una misión, un claro sentido de dirección y valor establecido por el segundo hábito, un ardiente «¡Sí!» interior que hace posible decir «No» a otras cosas. También requiere voluntad independiente, el poder de hacer algo cuando uno no quiere hacerlo, y depender de los valores y no del impulso o deseo del momento. Es el poder de actuar con integridad respecto de la primera creación proactiva.
Segundo hábito de la gente altamente eficaz.

EL CARÁCTER DE DIOS

El carácter de Dios

La misericordia, el amor y la gracia son aspectos esenciales del carácter de Dios. Vemos a los tres funcionando en todos los tratos de Dios con su pueblo, más profundamente en la relación de Dios con Israel en el Antiguo Testamento. A continuación aparecen unos ejemplos de ello.

MISERICORDIA:
Salmo 103:8
Lamentaciones 3:22
Jonás 3:12

AMOR:
Oseas 14:4
Deuteronomio 7:7
Malaquías 1: 2, 3

GRACIA:
Éxodo 34:6
Joel 2:13
Jonás 4:2

jueves, 27 de agosto de 2015

SIETE HÁBITOS DE UN LÍDER EXITOSO

7 Hábitos de un líder exitoso


He aquí siete hábitos de líderes exitosos:

1. Priorizan cada día —Buscan primeramente el Reino de Dios.

2. Son dóciles para  experimentar— Son enseñables y leen los tiempos. 

3. Trabajan en redes — Hacen sinergia. 

4. Continúan aprendiendo —Son discípulos toda la vida y gente del Libro.

5. Mantienen su salud integral balanceada— Buscan la madurez.

6. Tienen voluntad de tomar decisiones difíciles — Dan pasos de fe.

7. Están comprometidos con un propósito mayor (más alto)— El Reino de Dios.

Éstas son sólo observaciones.  ¿Cuáles añadirías tú?


jueves, 2 de julio de 2015

NO HAY ATAJOS PARA LA MADUREZ ESPIRITUAL

NO HAY ATAJOS PARA LA MADUREZ ESPIRITUAL



Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese. (Filipenses 1:6 DHH)

Toma años para que nos desarrollemos y alcancemos la madurez de un adulto, y requiere una temporada completa para que el fruto madure y sea cosechado. Lo mismo es cierto para el fruto del Espíritu. El desarrollo de un carácter como el de Cristo no puede ser apresurado. El desarrollo espiritual, como el desarrollo físico, toma tiempo.

Lane Adams, asociado de Billy Graham comparó una vez el proceso del desarrollo espiritual con la estrategia que los Aliados usaron en la 2a Guerra Mundial para liberar las Islas del Pacífico Sur.

1.  Primero, ellos deberían “ablandar" una isla, debilitando la  resistencia al bombardear las fortalezas del enemigo con bombas desde los barcos en alta mar. 

2. Luego, un pequeño grupo de marinos invadiría la isla y establecería una “cabeza de playa”—un diminuto fragmento de isla que ellos controlarían. Una vez que la "cabeza de playa" estuviese segura, ellos comenzarían el largo proceso de liberar el resto de la isla, un pedazo de territorio a la vez. 

3. Eventualmente la isla entera llegaría a estar bajo su control, no sin antes librar costosas batallas.

Adams trazó este paralelo: Antes de que Cristo invada nuestras vidas en la conversión, Él algunas veces tiene que “ablandarnos" al permitir problemas que no podemos manejar. Mientras que algunos abren sus vidas a Cristo la primera vez que Él toca la puerta de sus corazones, la mayoría de nosotros somos resistentes y estamos a la defensiva. Nuestra experiencia de pre-conversión es Jesús diciendo, “¡He aquí! ¡Yo estoy a la puerta  y traigo una bomba!”

En el momento que abres tu vida a Cristo, Dios obtiene una “cabeza de playa” en ti. Tú puedes pensar que has rendido toda tu vida a Él, pero la verdad es que, hay mucho en tu vida de lo cual no estás consciente. Tú puedes dar a Dios solamente tanto como alcances a entender en ese momento, no más. Eso está bien. 

Una vez que Cristo obtiene una "cabeza de playa", Él comienza la campaña para tomar más y más territorio hasta que toda nuestra vida es completamente suya. Habrá luchas y batallas, pero el desenlace nunca estará en duda. Dios ha prometido que “el que comenzó en ustedes la buena obra la llevará a su completamiento hasta el día de Cristo Jesús” (Filipenses 1:6).


Por Rick Warren

Traducido por Floriano Ramos Esponda

  

Para profundizar y aplicar:

  • Describe tu experiencia pre-conversión con el Señor. ¿Qué permitió Él que sucediera en tu vida  que te ablandó? ¿Cómo respondiste?
  • ¿Qué áreas no has rendido aún al Señor? 
  • ¿Qué clase de fruto quieres que Dios produzca en tu vida? 

domingo, 21 de junio de 2015

LA HOSPITALIDAD SEGÚN JESÚS

La hospitalidad de Jesús a los desplazados y afligidos no fue calculada sino casual. Ésta fue la forma en que Jesus vivió su vida, como un tipo de presente participio: a medida que Él estaba yendo.Jesús vio a la gente. Es esta indiferencia lo que socava mucho de lo que se conoce con el nombre de hospitalidad cristiana hoy.  Las iglesias del país continúan promoviendo programa tras programa, y nombran comité tras comité para cuidar a los pobres, desnudos y hambrientos. Hay mérito, por supuesto, en la organización. Hay algo bueno por hacer al trabajar juntos. Pero esos esfuerzos, tan nobles como son, facilitan que comience el proceso de institucionalizar el cuidado. Cuando esto sucede, nuestra habilidad de ver por los extraños "conforme vamos yendo en nuestro diario vivir" se va erosionando. Vestir y alimentar, dar la bienvenida y visitar, llegan a ser agendas. Al adoptar la visión de Jesús, al ver como Él vio y como Él ve, nuestra inclinación hacia la hospitalidad llegará a ser natural y no forzada. La hospitalidad debe ser ad hoc y personal.

~ Fui un Extraño: Una Teología Cristiana de la Hospitalidad  por Arthur Sutherland
Traducido por Floriano Ramos Esponda

domingo, 24 de mayo de 2015

AGENTES  DE CAMBIO

1. No hay transformación externa sin una transformación interna.
2. Los demás sólo ven tus experiencias en la cumbre, pero ignoran tus luchas diarias en el valle.
3. Responde, no reacciones.
4. Habla cuando estés molesto y pronunciarás el mejor discurso del que te arrepentirás por siempre.
5. No puedes ser el mejor amigo de todos. 
6. Tus decisiones a veces no te harán más popular.
7. Diagnosticar el problema es siempre más sencillo que encontrar una solución.
8. El verdadero liderazgo consiste en guiar a alguna parte; guiar involucra de modo inevitable lidiar con el desacuerdo, y no puedes decir "sí" a todo, porque todo "sí" implica por lo menos un "no", y a veces más de uno.
9. No hagas planes pequeños, estos no mueven los corazones de los hombres.
10. La gente importa más que los programas.
11. Un voluntario equivale a dos hombres obligados.
12. Los que pueden, lo hacen; los que no pueden, enseñan.
13. Los empleados a menudo soportarán un mal liderazgo, resistirán la falta de estímulo o lidiarán con una profunda insatisfacción debido al dinero que cobran, ya que una buena paga cubre una multitud de defectos y errores. No obstante, para los voluntarios la cuestión es diferente ya que no existe tal incentivo monetario. Si su trabajo es insatisfactorio, ponen tierra de por medio.
14. Jesús nunca presionó, forzó, obligó, golpeó, coaccionó, engatusó, maltrató o manipuló a la gente. Él nunca intimidó a los demás para someterlos; por el contrario, los inspiraba. Cristo fue y es servido por medio de voluntarios.
15. Las personas no cambian por una exhortación moral, sino por una imaginación transformada.

sábado, 23 de mayo de 2015

HACIENDO LA TRANSICIÓN DE IGLESIA TRADICIONAL A IGLESIA MISIONAL

TRANSICIONANDO DE TRADICIONAL A MISIONAL



1. Empieza con la formación espiritual.
2. Cultiva un acercamiento misional de liderazgo.
3. Enfatiza el despliegue de misioneros locales (sacerdocio de todos los creyentes).
4. Enfoca la atención en la comunidad local.
5. No lo hagas solo.
6. Crea nuevos medios de medir el éxito.
7. Busca los terceros lugares (espacios de proximidad).
8. Practica la hospitalidad bíblica.
9. Saca provecho del poder de las historias.
10. Promueve la paciencia.


¿Qué asuntos o tópicos necesitan considerarse cuando intentamos hacer la transición de una iglesia de mantenimiento a una iglesia misional?
La siguiente lista ciertamente no es conclusiva ni comprehensiva, pero hay diez elementos que yo creo necesitan ser considerados cuando hagamos un cambio misional:

1. COMIENZA CON LA FORMACIÓN ESPIRITUAL 

Dios llama a la iglesia para que sea una comunidad de gente enviada que no vive más para sí misma, sino para participar con Él en sus propósitos redentores. Sin embargo, la gente no tendrá la fuerza ni la pasión para vivir como una sociedad contra-cultural para el bien de otros si ellos no son transformados por el modelo de Jesús. Si la iglesia tiene que "ir y ser", en vez de esperar que "vengan y vean", entonces debemos asegurarnos que somos una comunidad formada por el Espíritu con la capacidad espiritual de impactar las vidas de otros.

Esto significa que la iglesia debe tomar seriamente su responsabilidad de cultivar la transformación espiritual y no permitir que los creyentes permanezcan como adolescentes en lo que respecta a su madurez espiritual. Tal formación espiritual debe incluir mucho más que apuntalar lo relacional, e involucrarse considerablemente con una  multitud de disciplinas  espirituales.

Tales disciplinas deberían involucrar el permanecer en la Palabra, por lo que la iglesia aprende a considerar a las Escrituras no como una herramienta, sino como la voz viva de Dios  que existe para guiar a su pueblo a su misión. Si creemos que la misión es verdaderamente la misión de Dios, entonces debemos aprender a discernir dónde está trabajando Él; y más aún, a la luz de nuestros dones y recursos, cómo desea Él que la iglesia participe en lo que Él está haciendo en un contexto local.

2. CULTIVA UN ACERCAMIENTO MISIONAL AL LIDERAZGO 

La segunda transición más importante al fomentar una postura misional en una iglesia local es repensar los modelos de liderazgo de la iglesia que se han aceptado como el status quo. Esto requerirá el desarrollo de una aproximación misional al liderazgo el cual tiene un especial énfasis sobre la función apostólica del liderazgo eclesiástico, el cual fue marginado durante el tiempo de la Cristiandad en favor de la función pastor/maestro.

Esta aproximación misional al liderazgo involucrará la creación de un ambiente apostólico a través del cual pase toda la vida de la iglesia. El líder debe animar la actividad pionera que empuje a la iglesia a nuevos territorios aun no mapeados. Sin embargo, porque no todos los de la iglesia abrazarán tales riesgos, la mejor aproximación incluirá crear una clase de departamento en la iglesia para aquellos que son innovadores y los que adoptan las nuevas ideas en una forma temprana.

Debe cultivarse una cultura de experimentación en la cual se espere que se intenten nuevas iniciativas, aun si éstas no son exitosas. A medida que las actividades den fruto y las historias de vidas cambiadas empiecen a surgir dentro de la comunidad de la iglesia, un número creciente de personas empezará a notarlo e involucrarse.

3. ENFATIZA EL SACERDOCIO DE TODOS LOS CREYENTES

La idea de Martín Lutero del sacerdocio de todos los creyentes fue que todos los cristianos fueran llamados a llevar sus ministerios vocacionales a cada área de la vida. Cada creyente debe entender plenamente cómo su vocación juega una parte central en el reino redentor de Dios.

Pienso que fue Rick Warren quien popularizó la frase “cada miembro es un ministro.” A la vez que esta frase es un eslogan muy útil para mover a la gente a entender su responsabilidad en la vida interna de la iglesia, el propósito de Dios para su iglesia sería alcanzado si animáramos a la gente a reconocer que también “cada miembro es un misionero.” Esta actividad misionera incluirá no sólo ser enviado a lugares lejanos, sino también a actuar como un enviado de Dios en lugares, escuelas, empresas, oficinas y vecindarios locales.

4. ENFOCA TU ATENCIÓN EN LA COMUNIDAD LOCAL

A medida que los miembros individualmente empiezan a verse a sí mismos como misioneros enviados a su contexto local, la iglesia empieza a cambiar  de una mentalidad de "afuera hacia dentro" a otra mentalidad de "adentro hacia fuera", es decir de la iglesia hacia la comunidad que la rodea. La iglesia debe comenzar a desarrollar una teología de la ciudad que vea a la iglesia como un agente de transformación para el bien de la ciudad (Jeremías 29:7). Esto involucra hacer exégesis de cada segmento de la ciudad para entender las necesidades locales, identificarse con la gente, y descubrir oportunidades únicas para que la iglesia comparta las buenas nuevas de Jesús.

5. NO LO HAGAS SOLO

La actividad misional que lleva a una transformación significativa de la comunidad toma mucho trabajo y ninguna iglesia puede realizar ese trabajo sola. Las iglesias misionales deben aprender a crear sociedades o compañerismo con otras iglesias así como con ministerios existentes que tienen cuidado y se preocupan por la comunidad.

6. CREA NUEVOS MEDIOS DE MEDIR EL ÉXITO

La iglesia debe moverse más allá de medir el éxito por los indicadores tradicionales de asistencia, edificios y finanzas. En lugar de eso debemos crear nuevas maneras de medir la efectividad en el ministerio y la misión. Estos nuevos indicadores incluirán medir el impacto que la iglesia está teniendo sobre y dentro de la comunidad en vez de sólo medir lo que está sucediendo entre  los miembros dentro de las cuatro paredes de las instalaciones de la iglesia. Para la iglesia misional no cuenta tanto cuánta gente está activa dentro de la membresía de la misma, sino cuánta gente participa activamente en la comunidad. Ya no es tanto acerca de cuánto dinero se recoge y se atesora, sino de cuánto dinero se da a la misión de Dios para que su reino se demuestre y se extienda en la tierra.

Una iglesia misional se hará las siguientes preguntas:

1. ¿Cuántas horas ha invertido la iglesia orando por asuntos de la comunidad? 
2. ¿Cuántas horas han invertido los miembros con los no creyentes?
3. ¿ Cuántos de aquellos no creyentes están haciendo movimientos significativos hacia Jesús? 
4. ¿Cuántos grupos de la comunidad usan las instalaciones de la iglesia? 
5. ¿Cuántas personas dela comunidad han sido ayudadas en lo que respecta al área de la salud? 
6. ¿Cuántas personas de la comunidad han sido ayudadas por la iglesia en lo que respecta a empleo?
7. ¿Qué cantidad de niños en edad de escuela están siendo ayudados y tu toreados después de las actividades de la escuela por gente de la iglesia? 
8. ¿Cuántas veces los líderes de la comunidad o la simple gente de fuera busca a la iglesia por un consejo?

Hasta que la iglesia reconsidere la definición de éxito en el ministerio y cree nuevos estándares para medir apropiadamente ese éxito, continuará permitiendo que recursos (espirituales, humanos, materiales y financieros) vitales sean mal dirigidos en otras direcciones.

7. BUSCA LOS TERCEROS LUGARES (Espacios de proximidad)

En una cultura pos-cristiana donde más y más personas están menos y menos interesadas en las actividades de la iglesia, es cada vez más importante conectarse con la gente en lugares neutrales, o  terrenos comunes donde se pasa el rato. En su libro “El Buen y Gran Lugar” Ray Oldenburg identifica estos lugares de terreno común como los “terceros lugares.”

De acuerdo a Oldenburg, los terceros lugares son aquellos ambientes en los cuales la gente conoce a más personas para interactuar con ellas a fin de desarrollar amistades. En el pensamiento de Oldenburg nuestro primer lugar es el hogar y la gente con quien vivimos en éste. El segundo lugar es donde trabajamos y el lugar donde pasamos la mayoría de nuestras horas cada día. Pero el tercer lugar es un escenario informal donde la gente se relaja y tiene la oportunidad de conocer a, y ser conocido por otros.

Los terceros lugares pueden incluir a cafeterías, mercados, salones de belleza, gimnasios, librerías, restaurantes, plazas comerciales, etc. Estos lugares de terreno común deben tener cada vez una posición de mayor importancia  en el ministerio total de la iglesia y de los individuos para empezar a reconocerse a ellos mismos como misioneros enviados por Dios a su contexto local a servir y compartir la Palabra de Dios.

8. PRACTICA LA HOSPITALIDAD BÍBLICA

Además de conectar con la gente en los terceros lugares de nuestras comunidades locales, necesitamos redescubrir el tema de la hospitalidad por medio de la cual nuestros hogares se convierten en lugares de terreno común. La hospitalidad bíblica es mucho más que entretener a otros en nuestros hogares. La hospitalidad genuina involucra invitar a las personas a que entren en nuestras vidas, aprenderá escucharlas, y cultivar un ambiente de misericordia y justicia, sea que nuestra interacción con ellos ocurra en un tercer lugar en nuestras casas. Sin importar el lugar de reunión, debemos aprender a dar la bienvenida a los extraños.

9. SACA PROVECHO DEL PODER DE LAS HISTORIAS

En vez de tratar de definir lo que significa ser misional, es más útil describir la vida misional a través de historias e imágenes. Las historias crean nuevas posibilidades y energizarte a la gente a hacer cosas que no habían imaginado previamente. Podemos capturar la “imaginación misional” al compartir lo que otras comunidades de fe están haciendo e  ilustrar cómo se han conectado otros creyentes con gente no creyente en algunos terceros lugares, cultivar un bu n entendimiento con las escuelas locales, y edificar relaciones significativas con nuestros vecinos que transformen sus vidas.

Por otra parte, podemos reflexionar profundamente sobre las imágenes bíblicas de misión, servicio y hospitalidad al invertir tiempo en pasajes tales como Génesis 12:2, Isaías 61:1-3, Mateo 5:4310:4022:39; 25:35; y Lucas 10:25-37.

10. PROMUEVE LA PACIENCIA 

El desafío más grande que encara la iglesia en Occidente es la “re-conversión” de sus propios miembros. Necesitamos convertirnos del modo Constantiniano de ser iglesia enfocada internamente a ser un movimiento misional-encarnacional enfocado hacia fuera. Este movimiento es un verdadero reflejo del Dios a quien seguimos. 


Sin embargo. Esta conversión no será fácil. El esfuerzo gravitacional para enfocar todos nuestros recursos en nosotros mismos es muy fuerte aún. Debido a que la cristiandad aún mantiene un collar de fuerza sobre la iglesia en Norteamérica - aun cuando la cultura está plenamente consciente de la muerte de la cristiandad – la transición hacia una postura misional requerirá de mucha paciencia, tanto con los de dentro como con los de fuera de la iglesia. Muchos de los de dentro necesitarán tiempo considerable para aprender cómo reconstruir la vida de la iglesia para beneficio de otros (los de fuera). Al mismo tiempo, la iglesia necesitará amar pacientemente a la gente de fuera, a comunidades enteras, quienes han aumentado su escepticismo hacia la iglesia.

POR BRAD BRISCO 

Traducido por Floriano Ramos Esponda


miércoles, 29 de abril de 2015

CUATRO SECRETOS DE UN MINISTERIO FRUCTÍFERO


CUATRO SECRETOS DE UN MINISTERIO FRUCTÍFERO


Por Rick Warren
Traducido por Floriano Ramos Esponda 




La mayoría de la gente está interesada en, o con, la productividad. Pero la Biblia no usa la palabra “productividad"; en vez de eso, encontramos la palabra “fructificar.”

Dios quiere que tengamos ministerios fructíferos, así que yo quiero mostrarte algunos principios que producirán un fruto santo y agradable a Dios en tu vida. Creo que hay cuatro condiciones que son esenciales para tener un ministerio fructífero. 

1. Primero, debes cultivar tus raíces.

Dios dice que no hay fruto si no hay raíces. Necesitas raíces particularmente cuando tus recursos son limitados, para cuando vengan los días de sequía.La sequía o estiaje, como tú sabes, es un período largo de tiempo en el cual no hay lluvia. ¡A veces llega a durar años!

Un tiempo de sequía en tu vida es cuando tienes que hacer algo sin contar con todo lo que necesitas para lograr lo que estás haciendo. Quizá necesitas tiempo, energía, dinero, salud o ayuda, y no lo tienes. Habrá períodos de estiaje en tu ministerio; es más, quizá estás en uno ahora mismo.


2. Segundo, debes eliminar las malezas en tu vida y ministerio. 

Las malezas en tu ministerio, y en tu vida, son aquellas cosas que obstaculizan o limitan tu crecimiento espiritual. Malezas son las cosas que estrangulan tu relación con Cristo o que evitan un crecimiento mayor. 

¿Cuánto esfuerzo se requiere para que crezcan las malezas? ¡Absolutamente ninguno! Tú no necesitas cultivar las malezas. De hecho, esa es la diferencia entre una maleza y un vegetal comestible. Aún cuando abones, riegues, y cultives un vegetal comestible, algunas veces estos mueren. No pongas atención alguna a las malezas, y ¡aún así crecerá!

Malezas son una señal de descuido. He hallado que cuando descuido mi tiempo de opcional con Dios,  cuando soy negligente mi estado físico al no caminar ni hacer ejercicio, y cuando descuido mis relaciones más importantes en mi vida, las malezas comienzan a crecer y empiezan a estrangular y ahogar mi productividad.

3. Tercero, debes cooperar con Dios cuando pode en tu vida.

¿Qué es podar?

Posar no solamente incluye cortar las ramas secas y muertas, sino también algunas ramas vivas con el fin de mejorar la forma de la planta y estimular el crecimiento. Podar es esencial para incrementar la productividad. No es opcional. Si tú vas a ser productivo en el ministerio, Dios te hará pasar a través de tiempos de poda.

Dios te poda para que seas fructífero. En tu vida Dios no solamente corta las ramas secS y muertas; Él también corta áreas exitosas, AUN áreas que están llevando fruto maravilloso. Cuando Él hace esto podrías llegar a batallar en entender por qué, pero la razón es que Él te está preparando para un ministerio más grande y productivo.


4. Cuarto, debes esperar por la cosecha.

Llevar fruto toma tiempo. No sucede automáticamente. Tú no plantas una semilla en la tierra y en el siguiente día ya estás cosechando. Es de puro sentido común: las semillas deben ser plantadas. Luego las cubres con tierra, las riegas, las abonas y esperas en oración a que crezca la planta y puedas obtener fruto.

Tal como una semilla da vida a partir de su propia muerte, para que tú seas más efectivo en el ministerio debes morir a tu vieja naturaleza, morir a tus propios deseos y  ambiciones en el proceso mientras esperas la cosecha. Crecer y dar fruto toma tiempo, pero no te duermas. Sigue conectado a Jesucristo.

Quizá has estado dormido por algún tiempo en tu ministerio. Mi oración es que tú mismo te darás a Cristo, diciéndole, “Señor, quiero trabajar en estas cuatro áreas: cultivar mis raíces, eliminar las malezas, cooperar en tu poda, y esperar por la cosecha. Dios, te confío lo que he sembrado, y confío en que lo que he sembrado, inevitablemente dará un cosecha para ti.”

Esta es la ley de la cosecha.

domingo, 26 de abril de 2015

MISIONAL, MÁS QUE UN MURMULLO

MISIONAL, MÁS QUE UN MURMULLO

Por  BRAD BRISCO Traducido por Floriano Ramos Esponda

El término “misional” ha llegado a ser una palabra muy  popular en los últimos años. Debido a su uso frecuente, algunos han asumido que “misional” es una nueva palabra. Sin embargo, el término fue usado por  el Dr. Francis DuBose, antiguo profesor en el Seminario Teológico Bautista de  Golden Gate, en un maravilloso libro titulado "El Dios que Envía" publicado en 1983. A pesar del hecho de que el lenguaje misional ha estado en uso por varios años en la última parte del Siglo XX, hoy está siendo aplicado en una amplia variedad de maneras de tal modo que muchas veces resulta en confusión. 

Algunos ven al enfoque misional como la última estrategia para el crecimiento de la iglesia, o una mejor manera de lograr que la iglesia evangelice. Otros ven a la enseñanza  misional como un medio para movilizar a los miembros de la iglesia a hacer  misiones más efectivamente. Mientras que aun hay otros que creen que el movimiento misional es simplemente la última moda cristiana que pasará pronto cuando venga la nueva tendencia o el nuevo tópico. 

Yo argumentaría a quienes creen que misional es meramente un agregado más a las actividades actuales de la iglesia, o quizá aún una locura pasajera prevaleciente sólo entre líderes eclesiásticos que simplemente no han captado la magnitud de la conversación misional. A la vez que podría sonar como una hipérbole; moverse hacia lo misional incluye no menos que una  completa y exhaustiva calibración de lo que es y para lo que está aquí (forma y función) la iglesia de Jesucristo. Pero si un entendimiento correcto, preciso y fiel de la palabra misional es significativo y clave para la vida de la iglesia, entonces ¿cómo definimos de la mejor manera la palabra? En otras palabras, ¿existen características medulares que deberían informar la manera en que entendemos el concepto misional? 

Yo creo que hay por lo menos tres distinciones teológicas principales que ayudan a apuntalar la conversación misional. Sin tal fundamento corremos el riesgo de simplemente adjuntar la palabra “misional” a todo lo que la iglesia ya está haciendo, y por lo tanto ignorar el necesario cambio de paradigma que la iglesia requiere.


1. IGLESIA MISIONAL TIENE QUE VER CON LA NATURALEZA MISIONERA (ENVIADORA) DE DIOS Y DE LA IGLESIA.

El Dios de la Biblia, el Dios Trino, es un Dios que envía, esa es su naturaleza.

La Iglesia Misional  tiene que ver con la naturaleza misionera de Dios y de su iglesia. Aquellos que estamos en el movimiento misional reconocemos que tanto Dios como la iglesia son intrínsecamente y principalmente “misioneros” en naturaleza. El Dios de la Biblia es un Dios misionero que envía a una iglesia misionera. De hecho, un resumen del término “enviar” en sus varias formas halladas en las Escrituras revela la naturaleza misionera del Trino Dios, así como también la  verdadera esencia de la iglesia. La actividad redentora de Dios, su relación con el mundo, y su trato con la humanidad son descritos en las Escrituras por el verbo “enviar.” La palabra “enviar” es la “suma y substancia de la creatividad y actividad de Dios” (Georg F. Vicedom, La Misión de Dios, 9). 

La Escritura está repleta  de un lenguaje de envío que habla de la naturaleza misionera  del Trino Dios. Dios Padre envía al Hijo, y Dios Padre junto a Dios Hijo envían el Espíritu, y las tres personas de la Trinidad envían a la iglesia. Solamente en el Evangelio de Juan, leemos cerca de cuarenta veces que Jesús fue enviado - sea de los labios de Juan el evangelista o de los labios de Jesús mismo. En el pasaje final de envío y clímax del Evangelio de Juan, Jesús se ve a sí mismo no solamente como el enviado del Padre, sino también como quien está enviando: “Como el Padre me envió, yo os envío” (Juan 20:21). Es importante aclarar que la iglesia es una parte vital de la conversación misional. Sin embargo, la iglesia no debe verse simplemente como una entidad que envía misioneros; tan admirable como puede ser el hecho de enviar y apoyar la actividad misionera. En su lugar, debemos reconocer que el propósito de la iglesia es derivado de la misma naturaleza de un Dios enviador y misionero, el cual a su vez nos compele a ser enviados como un pueblo misionero, tanto individual como colectivamente. 



2. IGLESIA MISIONAL TRATA ACERCA DE QUE LA IGLESIA SEA ENCARNACIONAL EN LUGAR DE SER ATRACCIONAL.

Por siglos la iglesia se ha encerrado en edificios, esperando que los de fuera respondan a la invitación de venir a sus actividades y participar de sus programas en sus instalaciones.

La iglesia misional trata de un ministerio encarnacional (versus atraccional/extraccional) en un contexto pos-cristiano. Quienes tienen una perspectiva  misional no ven ya más a las reuniones y las instalaciones de la iglesia como los principales puntos de contacto con los de fuera de la iglesia. A la vez que reconocemos que no hay nada erróneo con atraer gente a que participe en las varias reuniones de la iglesia, la iglesia misional está más interesada en enviar a la gente de su iglesia hacia fuera entre la gente del mundo, en vez de lograr que la gente del mundo venga a estar entre la gente de la iglesia. Algunos han descrito esta distinción  misional-atraccional como un desafío a “vayan y sean" en oposición a “vengan y vean.” El modelo atraccional, que por muchas décadas pasadas ha dominado a la iglesia en Occidente, busca alcanzar a la cultura de afuera y traerla al interior de la iglesia. Sin embargo, esta aproximación solamente funciona cuando no hay barreras culturales significativas que vencer al hacer el movimiento requerido del exterior al interior de la iglesia. “Y como la cultura occidental ha llegado a ser cada vez más post-cristiana, el modelo atraccional ha perdido su efectividad. El Oeste se ve más como un contexto misionero transcultural en el cual los modelos de iglesia atraccional están auto derrotándose (metiéndose autogoles). Es más, el proceso de extraer gente de la cultura y asimilarla dentro de la iglesia, disminuye su habilidad para comunicarse con los de afuera.” (Alan Hirsch, Definiendo Misional , Christianity Today). Por otro lado, las iglesias misionales ven que su primera función es la de moverse activamente dentro de la comunidad para personificar y encarnar la palabra, los hechos y la vida de Jesús en cada rincón, esquina y grieta. Alan Hirsch habla del impulso  “misional-encarnacional,” donde la palabra “misional” expresa la naturaleza enviadora de la iglesia, mientras que “encarnacional” representa la  “penetración” del evangelio dentro de un contexto local. En otras palabras, “misional” habla de nuestra dirección – somos enviados; mientras que ser “encarnacional” es más acerca de cómo vamos, y qué hacemos al estar yendo. Cuando Eugene Peterson tradujo “encarnacional” en Juan 1:14 en su famosa paráfrasis El Mensaje, estaba ilustrando muy bien cuando declara, “El Verbo (La Palabra) se hizo carne y sangre y se movió al interior de nuestro vecindario.”


3. IGLESIA MISIONAL TIENE QUE VER CON PARTICIPAR ACTIVAMENTE EN LA MISSIO DEI (MISIÓN DE DIOS).

Hay iglesia porque hay misión, no hay misión porque hay iglesia. La misión es de Dios, de Él proviene y a Él pertenece. La iglesia no tiene misión propia, sino que participa en la misión de Dios, ese es su privilegio y responsabilidad.

3. La iglesia misional tiene que ver con participar activamente en la missio Dei, o misión de Dios. Muchas veces erróneamente asumimos que la actividad primaria de Dios es en la iglesia, en vez de reconocer que la actividad primaria de Dios es en el mundo, y que la Iglesia es el instrumento de Dios enviado al mundo para participar en su misión redentora. Este distintivo clave clarifica la diferencia entre una iglesia que tiene un programa de misiones y una iglesia que es misional. Una iglesia con un programa de misiones usualmente ve a las misiones como una actividad junto a los muchos otros programas de la iglesia igualmente importantes. Una iglesia misional, por lo contrario, enfoca todas sus actividades alrededor de su participación en la  agenda de Dios para el mundo. La misión de Dios debe formar e informar todo lo que hacemos. Todas las actividades  de la iglesia deben ser catalizadas por, y organizadas alrededor de la missio Dei. Como el pueblo enviado de Dios en misión, la iglesia misional entiende que su propósito fundamental está enraizado en la misión de Dios para restaurar y sanar la creación y llamar a la gente a una relación reconciliada con Dios mismo a través de Jesucristo. Es la misión de Dios que llama a la iglesia a la existencia. En otras palabras, no podemos seguir viendo a la iglesia como el punto de partida cuando pensamos y hablamos acerca de la misión. En lugar de eso, la iglesia debe ser vista como el resultado de la misión de Dios. En palabras del misionólogo Sudafricano David Bosch: “No es la iglesia que emprende y se compromete con la misión; es la missio Dei que constituye a la iglesia.” O dicho de una manera un poco diferente; “no es tanto que Dios tenga una misión para su iglesia en el mundo, sino que Dios tiene una iglesia para su misión en el mundo” (Christopher Wright 2006, 62).

4. LA IGLESIA MISIONAL TIENE QUE VER CON (TRATA DE) EL REINO Y GOBIERNO DE DIOS A TRAVÉS DE JESÚS – la agenda del reino. 

La importancia de una agenda con perspectiva de reino es doble:

Primero, el reino no es algo que edificamos o establecemos; es algo  a lo que entramos o bien recibimos. Cuando entramos al reino nos estamos colocando bajo el reinado o señorío de Dios. Ya no tenemos más el control sino que en su lugar  vivimos en la realidad de que Jesús verdaderamente es el Señor sobre cada aspecto de nuestras vidas, lo cual consistente y vigorosamente desafía a nuestros planes y lealtades. 

Segundo, las ideas de misión y reino están inequívocamente unidas. Misión involucra tanto el anuncio como la demostración del reino, o reinado de Dios. Por lo tanto, el evangelio no es meramente comunicar el plan de salvación (representado por presentaciones como las cuatro leyes espirituales), sino abarcar la totalidad de la agenda del reino – la completa restauración de un modo roto y fragmentado – lo cual incluye tanto demostrar  (justicia, misericordia, liberación, amor, reconciliación) como el anunciar (proclamación, evangelismo, adoración). Si tomamos en serio y valoramos el entrar en el reino y participar en su misión, estaremos de acuerdo en hacerlo en los términos de Dios. 

¿Cuáles son los primeros pasos para fomentar una postura misional? 

Una respuesta corta y evidente a la conversación misional pensaría que la iglesia simplemente necesita ajustar sus programas en una manera que le permita alcanzar a más personas. Tal respuesta desafía la apariencia superficial pero hace muy poco para cultivar el cambio tan necesario en la “práctica y ethos misional.” Entonces, ¿qué tenemos que hacer para fomentar en la iglesia una genuina postura misional? Primero, debemos comenzar con una reflexión y diálogo significativos alrededor de los tres distintivos teológicos mencionados arriba. Tal diálogo debe generar cambios profundos en el punto de vista sobre la iglesia predominante en el cristianismo; de otra manera cualquier cambio que tome lugar será más probablemente algo cosmético y superficial.

HACIENDO LA TRANSICIÓN DE TRADICIONAL A MISIONAL 

Fomentando una postura misional 

1. Empieza con la formación espiritual.
2. Cultiva un acercamiento misional de liderazgo.
3. Enfatiza el despliegue de misioneros locales (sacerdocio de todos los creyentes).
4. Enfoca la atención en la comunidad local.
5. No lo hagas solo.
6. Crea nuevos medios de medir el éxito.
7. Busca los terceros lugares (espacios de proximidad).
8. Practica la hospitalidad bíblica.
9. Saca provecho del poder de las historias.
10. Promueve la paciencia.










lunes, 6 de abril de 2015

Neoliberalismo, una evaluación desde la perspectiva evangélica

Floriano Ramos Esponda

Última parte de un trabajo más extenso.

Lic. Floriano Ramos Esponda
SETECA -1999
Ética Social del Antiguo Testamento - Materia de postgrado

La determinación primera, absoluta y universal de Dios sobre los seres humanos, consiste en haberlos creado para estar en comunión con Él y formar parte de su familia.  Si esto es así, como creemos, entonces el mercado no puede ser la forma englobante de la realidad histórica.  En él sólo existen entes privados, siendo el vender y el comprar el único lazo reconocido, o más ampliamente el intercambio, cuyo único móvil es la conveniencia del propio sujeto.  Según Trigo, “es imposible que tal comunión de hermandad acontezca si la lógica del mercado determina las relaciones del cuerpo social, ya que lo que tenemos en común no puede consistir primordialmente en estar expuesto en el mercado”[1]

Un aspecto innegable es que para la figura histórica vigente (economía de mercado, sociedad de consumo, y más) nada hay que resulte más necio y escandaloso que “el privilegio o derecho de los pobres”.  Según la lógica de mercado, “no tienen por qué quejarse, ya que no aportan, y por eso no se les aporta.  No tienen para comprar, porque no tienen nada que ofrecer”.[2]  El único consejo que les ofrece el mercado es que se capaciten y sigan luchando, como si la solución estuviera sólo en ellos. 

Sin embargo, los pobres no escogieron nacer así.  Son muchos los factores que han conducido a esta situación de pobreza que impera en el mundo.  Pero, según la economía de mercado, ellos no tienen ningún derecho especial; más bien habría que decir que, como aportan menos, tienen menos derechos.

Decir, “esto es fruto de mi trabajo y esfuerzo, y no me importa si otro carece de lo mínimo indispensable para satisfacer sus necesidades mientras yo acumulo objetos y satisfactores triviales” es actuar con irresponsabilidad.  Lo mismo puede decirse de aquellos que buscan hacer el mayor número de transacciones, y hacerlas en las condiciones más ventajosas posibles, dejando fuera del enfoque de sus conciencias la condición en que se encuentran los menos afortunados, quienes muchas veces se convierten en las víctimas del sistema. De manera muy fuerte Trigo dice “prescindir del resultado de las propias acciones es un acto de irresponsabilidad histórica equivalente al asesinato”.[3]  La pregunta de Caín “¿soy yo, acaso, guarda de mi hermano?” (Gn. 4:9) es la pregunta de un asesino, de alguien que, por haber borrado a su hermano del corazón, lo puede borrar también impunemente del mapa.

No es correcto ver sólo un lado de la moneda.  Como creyentes evangélicos debemos ser sabios y no caer en una condenación simplista del neoliberalismo a favor de una rectoría del Estado.  Si bien es cierto que los resultados no son equitativos para toda la población y que la brecha entre los ricos y los pobres crece cada vez más, no debemos olvidar la historia de nuestros países, la historia misma del cristianismo protestante en América Latina y las enseñanzas que de ellas pueden sacarse.  Por ejemplo, los conservadores del siglo XIX en México, dentro de los cuales estaba el clero de la Iglesia Católica Romana, defendieron la idea de un Estado más fuerte, más centralista, más interventor en la economía y en la vida de los individuos.  Esos conservadores emplearían hoy el insulto “neoliberal” para referirse a Benito Juárez (presidente liberal mexicano 1861-1867) y sus correligionarios.[4]  Debido a esto es que los evangélicos no podemos ser inconsecuentes con la historia, agradeciendo por un lado a liberales que en el siglo pasado permitieron la entrada de los misioneros protestantes, y satanizando, como los teólogos de la liberación hacen, al liberalismo de hoy.  Esto no quiere decir que debamos aceptarlo a “pie juntillas”, pero sí que debiéramos ser más cautelosos al evaluar y emitir el juicio final sobre esta ideología. 

Interesante es la comparación que Elsa Tamez, teóloga de la liberación latinoamericana, hace del concepto de la libertad, tal como la ve el neoliberalismo y como la aprecia el apóstol Pablo.  En lo que toca al neoliberalismo, toma como fundamento los conceptos de Friedrich A. Hayek, y en cuanto a Pablo, toma su concepto de libertad en la epístola a los Gálatas.[5]

Las diferencias más notorias pueden ser éstas.  El ser libre, según el neoliberalismo, es aquel que ejerce su libertad de acuerdo a sus intereses y objetivos propios, empleando su propio conocimiento personal, todo independientemente de la voluntad de un tercero.  Cualquier ley expresada fuera de la voluntad del sujeto actuante que intente guiarlo a cualquier fin es una interferencia que debe ser rechazada, pues no corresponde a sus propios fines, sino a terceros.

            Para Pablo el evento de la liberación es causado por un tercero (Dios o Cristo), y el ser libre tiene la libertad de escoger entre mantenerse en esa libertad o someterse nuevamente al yugo de la esclavitud.  La plataforma necesaria para el evento de la liberación es la gracia de Dios, manifestada históricamente en el evento cristológico.  De manera que para Pablo la libertad es un don que Dios otorga gratuitamente, según su misericordia y fidelidad a sus criaturas.[6]

La globalización no es algo propio solamente de la sociedad no creyente. Desgraciadamente ha entrado a las iglesias evangélicas.  Estas no han quedado al margen, sino que se aprecia el impacto que tal ideología está haciendo en ellas. Esto se puede notar en el paralelismo que se da entre la sociedad de consumo cuyo “único interés es el constante incremento de la producción y la religión de consumo en donde la prioridad está en el crecimiento numérico de las megaiglesias”.[7]  Otra evidencia de esto puede notarse en la llamada “iglesia electrónica”, por el fastuoso entorno que rodea a muchos de esos programas, despertando por ello el rechazo y repudio en los sectores populares latinoamericanos y también por cuanto su contenido teológico resulta deficiente.  Como señala Roldán, muchas veces tales iglesias respaldan la llamada “teología de la prosperidad, apoyan el armamentismo, se pronuncian a favor de regímenes totalitarios de América Latina y promueven una imagen de “vida cristiana” en términos de éxito personal.[8]

Esto ha originado que el ala católica del cristianismo señale  que “por eso, al establecimiento de mercados mundiales puramente capitalistas, juntamente con sus agentes e instituciones, hay que rechazarlo no sólo por razones ecológicas y sociales, sino también por razones teológicas”.[9] 

Como creyentes evangélicos de América Latina, debemos estar conscientes que el hecho de tener canales de televisión cristianos, radioemisoras y grandes iglesias estilo americano, no son necesariamente evidencias de que estemos impactando positivamente a nuestro continente con el evangelio del Señor Jesucristo.  Las críticas contra tal estilo de vida cristiana, tienen mucho de razón.  Por ejemplo, el creciente número de grupos neopentecostales y carismáticos reflejan de diversas maneras la realidad del mercado, e incluso la apoyan ideológicamente.  Por un lado, las masas empobrecidas que en ellas hay, buscan consuelo.  Por otro lado, las fuerzas de mercado se aprovechan conscientemente de esa religiosidad para poner la religión al servicio de la ideología y los intereses capitalistas. Esta es, al menos, la imagen que muchos sectores de nuestra sociedad latinoamericana perciben de los medios electrónicos cristianos y de las megaiglesias.  Sin dejarnos llevar por la moda o exitomanía, optemos por iglesias cristianas que encarnen el amor de Cristo y tengan vocación de servicio hacia la comunidad que las rodea, sin dejar de compartir el evangelio de la gracia de Dios.

La iglesia debe asumir como propia la opción por los pobres, esos olvidados por la sociedad consumista.  En la perspectiva de una ética cristiana toda acción y decisión en la sociedad, en la política y en la economía debe ser juzgada a partir de la pregunta por los pobres: en qué medida los afecta, les ayuda y los capacita para actuar como sujetos responsablemente.

El punto de vista de Ulrich Duchrow es muy acertado al respecto de cómo podemos llegar a ser compañeros de trabajo, o mejor aún, compañeros de trabajo de nuestro Dios amoroso en un mundo dominado por el cruel Mamón.  El considera que “en muchas casos la iglesia forma más parte del problema que de las soluciones”.[10]  En este escrito él presenta un resumen muy útil para que como cristianos podamos hacer frente al cruel Mamón que amenaza con destruirnos.  El sugiere que “dados los efectos devastadores de la globalización económica, debemos buscar nuevas formas y hacer una relectura de la mayoría de dichas tradiciones, a la luz de los nuevos entendimientos bíblicos y desafíos que Dios pone ante nosotros”.[11]  Este autor organiza su contribución en tres partes, siguiendo el paradigma de ver, juzgar y actuar.  Primero analiza las estructuras actuales de la economía de Mamón; luego reflexiona a partir de la Biblia en relación a economías e ideologías políticas; por último, presenta alternativas emergentes y estrategias para una acción fiel.  Su propuesta hermenéutica final es que no debemos quedarnos con un modelo particular del testimonio bíblico, sino identificar cuáles elementos bíblicos pueden servirnos a nuestro contexto actual.  En cada uno de estos casos, debe uno preguntarse cuál podría ser el rol misionero de la iglesia.  Por último, propone detenernos en tres elementos de una estrategia múltiple: decir un no rotundo al totalitarismo global neoliberal, el poder descontrolado del Mamón contemporáneo; generar alternativas en pequeña escala e involucramiento político.[12]

Entre los desafíos que la economía actual impone a la iglesia evangélica latinoamericana están los siguientes: la pobreza, el narcotráfico, el militarismo, la inseguridad y el medio ambiente.  A ellos debemos dirigir nuestro esfuerzo de reflexión y acción.

La iglesia evangélica no debe estar en contra de la propiedad privada ni de la existencia de mercado, pero no puede legitimar bíblicamente un modelo económico que favorece a los más poderosos.  Como estudiosos de la Biblia planteamos la necesidad de afirmar la responsabilidad del Estado, como institución ordenada por Dios, de velar por la dignidad de vida de todos sus miembros, garantizando la satisfacción del derecho básico a la salud y a la educación.

Desde la perspectiva bíblica, los abusos en el campo socioeconómico no sólo afectan la estabilidad social sino también la relación de toda una nación con Dios.  Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento aparece con claridad meridiana la advertencia contra el peligro de las riquezas y la tentación a confundir la abundancia de bienes materiales con la abundancia de vida y la cantidad de cosas con la calidad de vida.[13]

Como bien señalara Gonzalo Báez Camargo, “la doctrina típicamente cristiana sobre la propiedad no es de la propiedad privada a todo trance, como tampoco es la de una comunización o colectivización forzosa de la propiedad.  La doctrina típica cristiana sobre la propiedad es la mayordomía”.[14]  Gran necesidad es pues, que la iglesia evangélica latinoamericana sea enseñada acerca de la mayordomía integral de la vida, y no sólo acerca del diezmo.

Conclusión

La conclusión de todo lo antes dicho no es ciertamente fácil, ya que aunque se reconozca que las medidas de ajuste del neoliberalismo han tenido aportes positivos, estos elementos están lejos de compensar los inmensos desequilibrios y perturbaciones que causa. 

Los cristianos debemos recordar que las cosas fueron hechas para usarse y las personas para amarse.  Es indigno, antiético e inmoral amar las cosas y usar a las personas, tal como lo hace el capitalismo salvaje y la sociedad consumista en la cual la iglesia está inmersa, y la que en muchas maneras la ha absorbido.

Los valores que sustenta el neoliberalismo, tales como la libertad y la propiedad privada, son dignos de apoyarse, pero entendiéndolos no como lo hace el neoliberalismo, sino como la Palabra de Dios y la reflexión de ella nos enseña. 

Cuando el hombre está en función de la economía y no la economía en función del hombre, ya es inmoral.  Debemos considerar y valorar al hombre como Jesús lo hizo.  Es decir, por lo que es en sí mismo, no por su capacidad de compra y venta.  Con base en esto podemos decir que el neoliberalismo a ultranza está radicalmente opuesto al cristianismo, ya que el libre mercado no conoce la misericordia ni la gracia.  Sin embargo, es bueno decir que tampoco la teología de la liberación concuerda con el espíritu cristiano, ya que promueve el odio, la envidia, la mentira, el servilismo al Estado y la expropiación.

Los siervos de Dios debemos optar por el Derecho, lo cual nos pondrá en contacto con la injusticia del mundo.  Debemos estar conscientes de nuestra realidad, no sólo dejarnos llevar por la exitomanía y entrar al juego de la sociedad de consumo.  Si nos caracterizamos por una vocación de servicio a la justicia y buscamos aprender a hacer una buena utilización de las leyes de nuestros países, no nos reduciremos a ser tinterillos papeleros y gestores para cualquier negocio, sino servidores de la justicia y de los más necesitados.  El punto clave e importante de todo esto es moral: ¡Preferible la libertad aun con pobreza, que la abundancia mediante el despotismo!

El consejo de la argentina Adriana Powell es muy pertinente y cierto. 

            “No necesitamos rendirnos al capitalismo porque el comunismo haya mostrado su ineficiencia.  El mensaje bíblico los excede a ambos y puede armonizar las virtudes de uno y de otro.  En la persona y el legado de Jesucristo, responsabilidad personal significa mucho más que trabajar por el propio interés; y el cuidado de unos por otros es mucho más que un programa social totalitario”.[15]

Por último, un desafío más.  En un sistema que no toma en cuenta a las personas, ¡cuánto vale la familia extendida de la iglesia si sabe vivir su compromiso! ¡Cuánto por hacer, no sólo por los más pobres, sino por restaurar la dignidad del trabajo y la participación de todos los seres humanos creados a imagen de Dios!






[1]Pedro Trigo, Conclusión. El mundo como mercado.  Significado y juicio, Neoliberalismo en cuestión, pág. 303.
[2]Ibid, págs. 313, 314.
[3] Ibid, Pág.314.
[4]Los protestantes y evangélicos mexicanos estamos muy agradecidos con los políticos liberales como Benito Juárez y Miguel Lerdo de Tejada, quienes concibieron las “Leyes de Reforma”, principalmente para evitar la fuerza eclesiástica de la Iglesia Católica Romana y su intervención en los asuntos del Estado.  Tales leyes incluían: 1) La ley de nacionalización de los bienes eclesiásticos; 2) La ley que suprimió las comunidades religiosas masculinas y prohibió el establecimiento de nuevos conventos; 3) La ley que suprimió las fiestas eclesiásticas a efectos de las asistencias al trabajo; 4) La ley que estableció la libertad de cultos; 5) La ley sobre el matrimonio civil, y 6) La ley sobre la secularización de los cementerios.  Mediante estas leyes se logró la separación entre la Iglesia y el Estado, y se introducía la libertad religiosa que no había existido hasta entonces en el país.  Dinorah B. Méndez, Relación Iglesias-Estado en México, Boletín “Bautistas bautizando”, Convención Nacional Bautista de México, 1994. Págs. 36,37.
[5]Elsa Tamez, Libertad neoliberal y libertad paulina, Pasos 70, Marzo-Abril, 1997. Págs. 11-16.
[6]Ibid.
[7]René Padilla, citado por Alberto Roldán, La iglesia en la sociedad de consumo, Boletín Teológico de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, Año 21, No. 33, Marzo de 1989. Pág. 38.
[8]Alberto Roldán, Ibid. En esta obra Roldán cita a William Fore, quien añade como características de la religión comercial, entre otras, el carácter autoritario de los predicadores, el valor intrínseco del sistema americano de libre empresa y la escatología concreta.
[9]Ulrich Duchrow, El cristianismo en el contexto de los mercados capitalistas globalizados, Concilium 270, Abril de 1997. Pág. 260.
[10]Ulrich Duchrow, Dios o Mamón: Economías en conflicto, Cuadernos de Teología, Vol. XV, No. 12, 1996. Págs. 67-95.
[11]Ibid.
[12]Ibid.
[13]Un ejemplo clásico del Antiguo Testamento es el sistema de tenencia de la tierra en Israel, el cual consistía en la propiedad comunitaria de la tierra basada en una división equitativa para todos los clanes, con cada clan como la unidad económica básica.  En palabras de C.J.H. Wright, “el principio importante no era estrictamente la igualdad cuantitativa, sino que todos disfrutaran de la tierra en cierta medida; no que todos tuvieran lo mismo, sino que cada familia tuviera lo suficiente para ser viable y autosuficiente económicamente”. Viviendo como pueblo de Dios, Publicaciones Andamio, 1996. Págs. 77-118 (Sección: La economía y la tierra).
[14]Gonzalo Báez Camargo, citado por René Padilla, Economía y plenitud de vida, Fey Comunidad, revista de la F.T.L. Capítulo Guatemala, 1995. Pág. 17.
[15]Adriana Powell, Economía de mercado ¿un camino para aliviar la pobreza mundial?, Misión, Julio-Septiembre, 1995.  Pág. 16.