Por BRAD BRISCO Traducido por Floriano Ramos Esponda
El término “misional” ha llegado a ser una palabra muy popular en los últimos años. Debido a su uso frecuente, algunos han asumido que “misional” es una nueva palabra. Sin embargo, el término fue usado por el Dr. Francis DuBose, antiguo profesor en el Seminario Teológico Bautista de Golden Gate, en un maravilloso libro titulado "El Dios que Envía" publicado en 1983. A pesar del hecho de que el lenguaje misional ha estado en uso por varios años en la última parte del Siglo XX, hoy está siendo aplicado en una amplia variedad de maneras de tal modo que muchas veces resulta en confusión.
Algunos ven al enfoque misional como la última estrategia para el crecimiento de la iglesia, o una mejor manera de lograr que la iglesia evangelice. Otros ven a la enseñanza misional como un medio para movilizar a los miembros de la iglesia a hacer misiones más efectivamente. Mientras que aun hay otros que creen que el movimiento misional es simplemente la última moda cristiana que pasará pronto cuando venga la nueva tendencia o el nuevo tópico.
Yo argumentaría a quienes creen que misional es meramente un agregado más a las actividades actuales de la iglesia, o quizá aún una locura pasajera prevaleciente sólo entre líderes eclesiásticos que simplemente no han captado la magnitud de la conversación misional. A la vez que podría sonar como una hipérbole; moverse hacia lo misional incluye no menos que una completa y exhaustiva calibración de lo que es y para lo que está aquí (forma y función) la iglesia de Jesucristo. Pero si un entendimiento correcto, preciso y fiel de la palabra misional es significativo y clave para la vida de la iglesia, entonces ¿cómo definimos de la mejor manera la palabra? En otras palabras, ¿existen características medulares que deberían informar la manera en que entendemos el concepto misional?
Yo creo que hay por lo menos tres distinciones teológicas principales que ayudan a apuntalar la conversación misional. Sin tal fundamento corremos el riesgo de simplemente adjuntar la palabra “misional” a todo lo que la iglesia ya está haciendo, y por lo tanto ignorar el necesario cambio de paradigma que la iglesia requiere.
1. IGLESIA MISIONAL TIENE QUE VER CON LA NATURALEZA MISIONERA (ENVIADORA) DE DIOS Y DE LA IGLESIA.
El Dios de la Biblia, el Dios Trino, es un Dios que envía, esa es su naturaleza.
La Iglesia Misional tiene que ver con la naturaleza misionera de Dios y de su iglesia. Aquellos que estamos en el movimiento misional reconocemos que tanto Dios como la iglesia son intrínsecamente y principalmente “misioneros” en naturaleza. El Dios de la Biblia es un Dios misionero que envía a una iglesia misionera. De hecho, un resumen del término “enviar” en sus varias formas halladas en las Escrituras revela la naturaleza misionera del Trino Dios, así como también la verdadera esencia de la iglesia. La actividad redentora de Dios, su relación con el mundo, y su trato con la humanidad son descritos en las Escrituras por el verbo “enviar.” La palabra “enviar” es la “suma y substancia de la creatividad y actividad de Dios” (Georg F. Vicedom, La Misión de Dios, 9).
La Escritura está repleta de un lenguaje de envío que habla de la naturaleza misionera del Trino Dios. Dios Padre envía al Hijo, y Dios Padre junto a Dios Hijo envían el Espíritu, y las tres personas de la Trinidad envían a la iglesia. Solamente en el Evangelio de Juan, leemos cerca de cuarenta veces que Jesús fue enviado - sea de los labios de Juan el evangelista o de los labios de Jesús mismo. En el pasaje final de envío y clímax del Evangelio de Juan, Jesús se ve a sí mismo no solamente como el enviado del Padre, sino también como quien está enviando: “Como el Padre me envió, yo os envío” (Juan 20:21). Es importante aclarar que la iglesia es una parte vital de la conversación misional. Sin embargo, la iglesia no debe verse simplemente como una entidad que envía misioneros; tan admirable como puede ser el hecho de enviar y apoyar la actividad misionera. En su lugar, debemos reconocer que el propósito de la iglesia es derivado de la misma naturaleza de un Dios enviador y misionero, el cual a su vez nos compele a ser enviados como un pueblo misionero, tanto individual como colectivamente.
2. IGLESIA MISIONAL TRATA ACERCA DE QUE LA IGLESIA SEA ENCARNACIONAL EN LUGAR DE SER ATRACCIONAL.
Por siglos la iglesia se ha encerrado en edificios, esperando que los de fuera respondan a la invitación de venir a sus actividades y participar de sus programas en sus instalaciones.
La iglesia misional trata de un ministerio encarnacional (versus atraccional/extraccional) en un contexto pos-cristiano. Quienes tienen una perspectiva misional no ven ya más a las reuniones y las instalaciones de la iglesia como los principales puntos de contacto con los de fuera de la iglesia. A la vez que reconocemos que no hay nada erróneo con atraer gente a que participe en las varias reuniones de la iglesia, la iglesia misional está más interesada en enviar a la gente de su iglesia hacia fuera entre la gente del mundo, en vez de lograr que la gente del mundo venga a estar entre la gente de la iglesia. Algunos han descrito esta distinción misional-atraccional como un desafío a “vayan y sean" en oposición a “vengan y vean.” El modelo atraccional, que por muchas décadas pasadas ha dominado a la iglesia en Occidente, busca alcanzar a la cultura de afuera y traerla al interior de la iglesia. Sin embargo, esta aproximación solamente funciona cuando no hay barreras culturales significativas que vencer al hacer el movimiento requerido del exterior al interior de la iglesia. “Y como la cultura occidental ha llegado a ser cada vez más post-cristiana, el modelo atraccional ha perdido su efectividad. El Oeste se ve más como un contexto misionero transcultural en el cual los modelos de iglesia atraccional están auto derrotándose (metiéndose autogoles). Es más, el proceso de extraer gente de la cultura y asimilarla dentro de la iglesia, disminuye su habilidad para comunicarse con los de afuera.” (Alan Hirsch, Definiendo Misional , Christianity Today). Por otro lado, las iglesias misionales ven que su primera función es la de moverse activamente dentro de la comunidad para personificar y encarnar la palabra, los hechos y la vida de Jesús en cada rincón, esquina y grieta. Alan Hirsch habla del impulso “misional-encarnacional,” donde la palabra “misional” expresa la naturaleza enviadora de la iglesia, mientras que “encarnacional” representa la “penetración” del evangelio dentro de un contexto local. En otras palabras, “misional” habla de nuestra dirección – somos enviados; mientras que ser “encarnacional” es más acerca de cómo vamos, y qué hacemos al estar yendo. Cuando Eugene Peterson tradujo “encarnacional” en Juan 1:14 en su famosa paráfrasis El Mensaje, estaba ilustrando muy bien cuando declara, “El Verbo (La Palabra) se hizo carne y sangre y se movió al interior de nuestro vecindario.”
3. IGLESIA MISIONAL TIENE QUE VER CON PARTICIPAR ACTIVAMENTE EN LA MISSIO DEI (MISIÓN DE DIOS).
Hay iglesia porque hay misión, no hay misión porque hay iglesia. La misión es de Dios, de Él proviene y a Él pertenece. La iglesia no tiene misión propia, sino que participa en la misión de Dios, ese es su privilegio y responsabilidad.
3. La iglesia misional tiene que ver con participar activamente en la missio Dei, o misión de Dios. Muchas veces erróneamente asumimos que la actividad primaria de Dios es en la iglesia, en vez de reconocer que la actividad primaria de Dios es en el mundo, y que la Iglesia es el instrumento de Dios enviado al mundo para participar en su misión redentora. Este distintivo clave clarifica la diferencia entre una iglesia que tiene un programa de misiones y una iglesia que es misional. Una iglesia con un programa de misiones usualmente ve a las misiones como una actividad junto a los muchos otros programas de la iglesia igualmente importantes. Una iglesia misional, por lo contrario, enfoca todas sus actividades alrededor de su participación en la agenda de Dios para el mundo. La misión de Dios debe formar e informar todo lo que hacemos. Todas las actividades de la iglesia deben ser catalizadas por, y organizadas alrededor de la missio Dei. Como el pueblo enviado de Dios en misión, la iglesia misional entiende que su propósito fundamental está enraizado en la misión de Dios para restaurar y sanar la creación y llamar a la gente a una relación reconciliada con Dios mismo a través de Jesucristo. Es la misión de Dios que llama a la iglesia a la existencia. En otras palabras, no podemos seguir viendo a la iglesia como el punto de partida cuando pensamos y hablamos acerca de la misión. En lugar de eso, la iglesia debe ser vista como el resultado de la misión de Dios. En palabras del misionólogo Sudafricano David Bosch: “No es la iglesia que emprende y se compromete con la misión; es la missio Dei que constituye a la iglesia.” O dicho de una manera un poco diferente; “no es tanto que Dios tenga una misión para su iglesia en el mundo, sino que Dios tiene una iglesia para su misión en el mundo” (Christopher Wright 2006, 62).
4. LA IGLESIA MISIONAL TIENE QUE VER CON (TRATA DE) EL REINO Y GOBIERNO DE DIOS A TRAVÉS DE JESÚS – la agenda del reino.
La importancia de una agenda con perspectiva de reino es doble:
Primero, el reino no es algo que edificamos o establecemos; es algo a lo que entramos o bien recibimos. Cuando entramos al reino nos estamos colocando bajo el reinado o señorío de Dios. Ya no tenemos más el control sino que en su lugar vivimos en la realidad de que Jesús verdaderamente es el Señor sobre cada aspecto de nuestras vidas, lo cual consistente y vigorosamente desafía a nuestros planes y lealtades.
Segundo, las ideas de misión y reino están inequívocamente unidas. Misión involucra tanto el anuncio como la demostración del reino, o reinado de Dios. Por lo tanto, el evangelio no es meramente comunicar el plan de salvación (representado por presentaciones como las cuatro leyes espirituales), sino abarcar la totalidad de la agenda del reino – la completa restauración de un modo roto y fragmentado – lo cual incluye tanto demostrar (justicia, misericordia, liberación, amor, reconciliación) como el anunciar (proclamación, evangelismo, adoración). Si tomamos en serio y valoramos el entrar en el reino y participar en su misión, estaremos de acuerdo en hacerlo en los términos de Dios.
¿Cuáles son los primeros pasos para fomentar una postura misional?
Una respuesta corta y evidente a la conversación misional pensaría que la iglesia simplemente necesita ajustar sus programas en una manera que le permita alcanzar a más personas. Tal respuesta desafía la apariencia superficial pero hace muy poco para cultivar el cambio tan necesario en la “práctica y ethos misional.” Entonces, ¿qué tenemos que hacer para fomentar en la iglesia una genuina postura misional? Primero, debemos comenzar con una reflexión y diálogo significativos alrededor de los tres distintivos teológicos mencionados arriba. Tal diálogo debe generar cambios profundos en el punto de vista sobre la iglesia predominante en el cristianismo; de otra manera cualquier cambio que tome lugar será más probablemente algo cosmético y superficial.
HACIENDO LA TRANSICIÓN DE TRADICIONAL A MISIONAL
Fomentando una postura misional
1. Empieza con la formación espiritual.
2. Cultiva un acercamiento misional de liderazgo.
3. Enfatiza el despliegue de misioneros locales (sacerdocio de todos los creyentes).
4. Enfoca la atención en la comunidad local.
5. No lo hagas solo.
6. Crea nuevos medios de medir el éxito.
7. Busca los terceros lugares (espacios de proximidad).
8. Practica la hospitalidad bíblica.
9. Saca provecho del poder de las historias.
10. Promueve la paciencia.
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