domingo, 9 de diciembre de 2018

Cómo vivir la misión de Dios en una cultura posmoderna (Post-Cristiana)


Los cristianos en occidente no somos ya la mayoría moral sino una minoría. La iglesia no está en el centro sino en la periferia de la sociedad. Sin embargo, tenemos un encargo misional. ¿Cómo debemos responder? ¿Cómo debemos vivir? Espero responder a estas preguntas explorando el texto bíblico de Juan.


Para empezar enfoquémonos en las palabras de Jesús cerca del fin de su ministerio terrenal cuando oró al Padre a favor de sus discípulos (Juan 17). Al considerar el contenido de la oración sacerdotal de Jesús, descubrimos que: 


  • hay tanto indicativos respecto al estado de sus seguidores en el mundo 
  • como también imperativos sobre cómo deberíamos caminar en el mundo. 


Entre los dos aspectos de la enseñanza de nuestro Señor acerca de las relaciones entre sus seguidores y el mundo, nos damos cuenta que hay un propósito general para los cristianos y nuestra relación con el mundo. 


I. Los Indicativos


El modo indicativo.

El modo indicativo del verbo se caracteriza por expresar acciones concretas y reales. Por ello se le ha definido muchas veces como el modo que trata de describir el mundo real. El diccionario de la RAE lo define como “el que enuncia como real lo expresado por el verbo.” Como los verbos en indicativo se refieren a acciones objetivas, se afirma que dicho modo encierra todo lo “real”, al contrario de lo que sucede en el modo subjuntivo, en el cual se está frente a acciones hipotéticas, y por ello, “irreales”


  1. Los cristianos estamos en el mundo (Juan 17:11).


“»Yo no voy a seguir en el mundo, pero ellos sí van a seguir en el mundo, mientras que yo me voy para estar contigo. Padre santo, cuídalos con el poder de tu nombre, el nombre que me has dado, para que estén completamente unidos, como tú y yo.”

San Juan 17:11 DHH


A la vez que esto puede parecer obvio al lector, el punto es que los cristianos no estamos separados físicamente del mundo. Estamos en el mundo en el sentido de que  ocupamos el mismo espacio geográfico, vamos a los mismos mercados y bancos, e interactuamos en la misma sociedad como hacen los no cristianos. No debemos ser personas que se aíslen en sus propias sub-culturas o ghettos para evitar al mundo. Reconocemos que Dios nos ha colocado allí y no corremos fuera de esa realidad. Debemos ser relacionales, accesibles, y abiertos a quienes están en el mundo en maneras normales y ordinarias (e.g., amigo, vecino, compañero de trabajo, compañero de clases, compañero de equipo, etc.).


  1. Los cristianos no somos del mundo (Juan 17:16).


“Así como yo no soy del mundo, ellos tampoco son del mundo.” San Juan 17:16 DHH94I


Los cristianos no pertenecemos a este mundo. No debemos conformarnos más a los valores y modos de vida comunes en la cultura y sociedad que nos rodean. Pertenecemos al reino de Dios y, por lo tanto, tenemos una nueva identidad y lealtad al Rey y a su reino. Así que, mientras estamos en el mundo, no debemos abrazar al mundo como hacen aquellos que no pertenecen a Jesucristo.


  1. Los cristianos somos odiados por el mundo  (Juan 17:14).


“Yo les he comunicado tu palabra, pero el mundo los odia porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.” (San Juan 17:14 DHH)


Es lógico que si los cristianos no nos conformamos al mundo y sus modas, el mundo se burlará de nosotros, nos ridiculizará, nos detestará y odiará nuestras formas contraculturales. Por lo tanto, como dice Jesús, sus seguidores no deberíamos sorprendernos de que el mundo nos odie. El mundo odió primero a Él y lo crucificó por quién era Él. En una epístola posterior, Juan escribió que el mundo entero yace bajo el poder del maligno (1 Juan 5:19). La fuerte distinción de estar en el mundo sin ser del mundo causa que los cristianos seamos odiados por un mundo que no acepta al Rey en cuyo reino vivimos alegremente .


II. Los Imperativos


Modo Imperativo.


Los verbos conjugados en el modo imperativo sirven para expresar alguna orden, para advertir, amenazar o rogar. Por su propia naturaleza, el imperativo es normalmente un modo defectivo, es decir, no presenta formas para todas las personas y números.


  1. Los cristianos somos llamados a permanecer en el mundo (Juan 17:15).

“No te pido que los saques del mundo, sino que los protejas del mal.” San Juan 17:15 DHH


Jesús sabía que sus seguidores serían odiados por el mundo. Él sabía que habría consecuencias y un alto costo por identificarse con Él, y sin embargo, Jesús pide al Padre que sus discípulos permanezcan en un mundo que tiene una predisposición al odio y al desprecio.


Los cristianos no se comprometen ni se conforman con el mundo debido a este odio porque eso sería negar nuestra identidad. No tomamos represalias con violencia o actos de fuerza, porque eso sería negar su soberanía. Más bien, respondemos como Jesús y sufrimos el odio, la burla y el desprecio a medida que la gloria de Dios se manifiesta en nuestras pruebas. Al permanecer en el mundo, amamos a quienes nos odian, bendecimos a quienes nos maldicen y damos nuestras vidas por aquellos que no han entregado sus vidas a Jesucristo.


  1. Los cristianos somos enviados al mundo (Juan 17:18).


“Como me enviaste a mí entre los que son del mundo, también yo los envío a ellos entre los que son del mundo.” (San Juan 17:18 DHH).


Hay una tentación que todo cristiano experimentará cuando se enfrente a la realidad de que estamos llamados a permanecer en un mundo que nos odia. ¿Hago frente a este sufrimiento? ¿O simplemente me retiro y espero que Jesús regrese? La respuesta es claramente NO. Jesús ha enviado a sus discípulos al mundo, y esto habla de una misión. El cristiano que sufre es enviado a presentar a Cristo a través de su testimonio como una ofensa sin ser ofensivo. No retrocedamos debido a las fuerzas del odio, sino presionemos con mayores y más poderosas fuerzas de amor y compasión. De la misma manera que las tinieblas no pueden vencer a la luz, así la muerte no puede vencer a sus discípulos porque Cristo ha quitado su aguijón y la muerte ya no tiene la victoria sobre nosotros.


III. Propósito General


  1. Los cristianos vivimos en el mundo de tal modo que el mundo pueda creer en Jesucristo (Juan 17:21).


“Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.”

San Juan 17:21 DHH


En todo lo que los cristianos son y hacen en el mundo está el propósito fundamental de ver a las personas arrepentirse de sus pecados y poner su fe en Jesucristo. Jesús indicó en su oración que habrá quienes crean en él a través de la proclamación del evangelio de sus discípulos enviados al mundo para ser odiados y sufrir por causa de su nombre. Los cristianos no existen para marcar el tiempo. Existimos para ver venir su reino, y nuestra existencia está vinculada con una pasión por buscar primero ese reino en todas las cosas y con todas las personas, sabiendo que tenemos un rey tan digno de tener adoradores de todas las generaciones y todas las naciones, lenguas y tribus. reuniéndose alrededor de su trono.


Cada cristiano necesita saber quién es, qué está llamado a hacer, y por qué vive de esta manera particular en el mundo. En esta conversación del Hijo con el Padre, tenemos una imagen clara que debería convertirse en el espejo de nuestra mañana para recordarnos nuestras realidades y responsabilidades. La gran seguridad que tenemos en esta vida es saber que estas realidades y responsabilidades están comprendidas en una oración que nunca quedará sin respuesta; ¡así que vivamos, avancemos y pongamos todo empeño en lograr que Cristo sea conocido hasta que el mundo vea, oiga y crea en Jesús como Señor!


  1. Modelo a seguir es Jesús.


  • Vivamos en misión haciendo todo para la gloria de Dios. V. 4.“»Yo te he glorificado aquí en el mundo, pues he terminado la obra que tú me confiaste.” San Juan 17:4 


  • Cumplamos la misión viviendo en unidad con el Padre y entre nosotros. V. 21, 23

“Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste...

yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a ser perfectamente uno, y que así el mundo pueda darse cuenta de que tú me enviaste, y que los amas como me amas a mí.”

San Juan 17:21, 23 DHH


  • Cumplamos la misión de Dios sin temor a la oposición. V. 14.

“Yo les he comunicado tu palabra, pero el mundo los odia porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.” (San Juan 17:14 DHH).


  • Vivamos la misión consagrándonos a su verdad. V. 17.

“Conságralos a ti mismo por medio de la verdad; tu palabra es la verdad.”

San Juan 17:17 DHH


Resultado: el gozo del Señor Jesucristo se cumplirá en nosotros


"Ahora voy a donde tú estás; pero digo estas cosas mientras estoy en el mundo, para que ellos se llenen de la misma perfecta alegría que yo tengo.” (San Juan 17:13 DHH).

domingo, 16 de septiembre de 2018

Muchos de los movimientos de plantación de iglesias no han visto fruto perdurable debido a que las iglesias no fueron firmemente establecidas. La clave para edificar iglesias fuertes que perduren con el paso de las generaciones e impacten la  cultura es el desarrollo de líderes fuertes que estén enraizados en el Evangelio y en la enseñanza de los Apóstoles. 

lunes, 1 de enero de 2018

HOY QUE COMENZAMOS UN AÑO NUEVO


En los inicios (Génesis 1), Dios dominó (subyugó) al más grande símbolo de caos que había en el mundo antiguo: las aguas. Él también creó la luz - algo que en el pensamiento de los antiguos gobernaba todo. Aun las tinieblas, a lo cual ellos temían profundamente, ahora son gobernadas por Dios.

Los antiguos se preguntaban, "¿Dios, dónde estás tú en medio de este mundo caótico?” Él les responde con una historia acerca de los inicios. En esta historia, hallamos que Dios establece orden en un mundo caótico. Él gobierna sobre los otros dioses. Gobierna sobre la luz. Gobierna sobre la noche. Es como si Dios dijera, "¿Por qué tienes miedo? Yo estoy aquí. Estoy trabajando en esto y arreglando el asunto.”

Mateo 1–2 nos da otro inicio—un niño nace en circunstancias humildes. Pero es a través de este niño, Jesús, que el mismo mundo fue creado originalmente. Y eso no es todo: en Él y a través de Él todo se junta, se une. El caos se vuelve orden: “Porque todas las cosas en los cielos y sobre la tierra fueron creadas por Él… y Él mismo es antes que todas las cosas, y en Él todas las cosas se mantienen unidas” (Col 1:16–17). Si queremos entender verdaderamente nuestros orígenes, necesitamos este marco de referencia. 

Al igual que los antiguos, también estamos en medio de todo. Nos preocupa que el caos y el mal lleguen a reinar, pero debemos ceder el control  Cristo. Él puede y quiere traer orden a nuestras vidas ingobernables. Necesitamos un nuevo comienzo. En Génesis, Dios quiere que lo veamos retomando eso que Él creó, revirtiendo el caos - y eso nos incluye a nosotros.

¿A qué caos le tienes temor? Con frecuencia nos sentimos en medio de un torbellino, pero nuestros comienzos nos sugieren y enseñan que Cristo está manteniendo unido todo y lo sostiene. ¿En qué áreas de tu vida necesitas el orden de Dios? ¿Dónde necesitas que Cristo venga y ponga orden en tu vida?