viernes, 30 de agosto de 2013

El envío de Dios en Los Profetas



EL ENVÍO EN LOS PROFETAS

Entre el envío que Dios hace a Abram en Génesis 12, hasta el envío de su ángel “para mostrar las cosas que deben suceder pronto” en Apocalipsis 22, hay literalmente cientos de ejemplos de Dios como un Dios enviador. Quizá la ilustración más dramática acerca del envío de Dios  en el Antiguo Testamento se halla en Isaías 6. En este pasaje se puede capturar un vislumbre de la naturaleza enviadora de Dios, “Entonces escuché la voz del Señor diciendo, ‘¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?’” A lo cual Isaías responde, “¡Heme aquí! Envíame a mí” (6:8). 

Más tarde, en el libro de Isaías hay un pasaje fascinante donde el profeta reconoce que el Espíritu de Dios lo ha ungido para “predicar buenas a los pobres” y que ha sido enviado a “vendar a los quebrantados de corazón” (61:1). En el pasaje más amplio de Isaías 61:1-3 es interesante notar que no hay menos de ocho obras o acciones redentoras que proceden de, o son dependientes del verbo “enviar” o “Él me ha enviado.”

Para enfatizar la centralidad del tema de envío, el pasaje podría ser traducido de esta manera:
Él me ha enviado, a vendar a los quebrantados de corazón;
Él me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos,
Él me ha enviado para liberar a los prisioneros de las tinieblas,
Él me ha enviado para proclamar el año de gracia del Señor y el día de venganza de nuestro Dios,
Él me ha enviado para consolar a todos los enlutados;
Él me ha enviado para proveer a los dolientes de Sión -
Él me ha enviado, ha enviado a darles una corona en vez de cenizas,
Él me ha enviado, para otorgarles el aceite de gozo en lugar de luto,
Él me ha enviado, para otorgarles el manto de alegría en lugar del espíritu angustiado.
(61:1-3).
Si este pasaje te resulta familiar puede ser porque Jesús lo aplica a su propio ministerio en Lucas 4:18-19 cuando Él reclama ser la personificación o encarnación de Isaías 61:1-2. En un sentido se convierte en lo más cercano a una declaración personal de misión para Jesús.

Y tú, ¿tienes una declaración personal de misión? Porque Jesús, de la manera que fue enviado por el Padre a este mundo, así nos envía a todos sus seguidores al mundo a cumplir la missio Dei (misión de Dios).