lunes, 22 de agosto de 2011

¡Ah!, nuestro querido México. ¡Ah! Los evangélicos mexicanos

Al contar la parábola del trigo y la cizaña, Jesús diáfana y claramente dijo que la cizaña (mala hierba) representa a los que son del maligno, y el enemigo que sembró esa cizaña (mala hierba) es el diablo. Pero con igual claridad dijo que el trigo (la buena semilla) representa a los que son de su reino, y que Él (Jesús) fue quien la sembró en el mundo.


Viendo la situación actual de nuestro país, me atrevo a pensar que las palabras de Jesús en Lucas 16:8 se aplican muy bien a nosotros los seguidores de Jesús y a los seguidores de Satanás; a los ciudadanos del reino de luz y a los del reino de las tinieblas: "Y es que cuando se trata de sus propios negocios, los que pertenecen al mundo son más listos (astutos, sagaces) que los que pertenecen a la luz".


Ellos, con toda intención, se multiplican, se reproducen y abren "sucursales del infierno" en cada colonia, fraccionamiento, pueblo y ciudad. Nosotros, con una lentitud pasmosa, seguimos con la teología de Juan Gabriel: "Por eso aún estoy en el lugar de siempre, en la misma ciudad y con la misma gente", en vez de seguir el ejemplo de Jesús, quien "recorría aldeas, pueblos y ciudades predicando el evangelio del Reino de Dios, sanando toda dolencia y echando fuera demonios".  Jesús, en una ocasión, dijo: "Vamos a los lugares vecinos para que predique también allí, porque para esto he venido"


Los 118 millones de mexicanos son un gran campo de misión, y las iglesias establecidas, en su gran mayoría, no están siendo intencionales ni deliberadas en sus intentos por alcanzar a los no creyentes. Son las nuevas iglesias las que tienen un gran potencial para alcanzar a los no alcanzados. Una iglesia nueva no tiene límites sobre lo que Dios puede hacer para avanzar su reino. Una iglesia nueva es libre de del equipaje que son las tradiciones y prácticas pasadas, y sobre todo es libre de la mentalidad "nosotros no hemos hecho eso antes" o "siempre lo hemos hecho así y no lo cambiaremos", mentalidad que plaga a muchas iglesias y líderes de iglesias.


A partir de una nueva iglesia plantada puede ocurrir una crecimiento exponencial del Reino de Dios, si el líder (plantador) apunta a la gente nueva hacia esa dirección desde el inicio de la misma. Por eso es necesario pensar en razón de multiplicar iglesias, no solamente sumar. Si un movimiento de multiplicación de iglesias sucede, muchos más mexicanos tendrán paz con Dios por medio de la fe en Jesucristo, tendrán una misión por la cual vivir, y un destino eterno asegurado y prometido por Él mismo. Esta es la clase de trabajo que los seguidores de Jesucristo debemos realizar "entre tanto que dura el día, porque la noche viene ya, en la cual no se puede trabajar".


Fraternalmente en Cristo: Floriano Ramos Esponda