La iglesia debe moverse más allá de medir el éxito por los indicadores tradicionales de
- asistencia,
- edificios y
- finanzas.
En lugar de eso debemos crear nuevas maneras de medir la efectividad en el ministerio y la misión. Pablo nos da los elementos clave en sus epístolas:
- Fe que obra
- Amor que trabaja
- Esperanza que se mantiene constante.
Estos nuevos indicadores incluirán medir el impacto que la iglesia está teniendo sobre y dentro de la comunidad en vez de sólo medir lo que está sucediendo entre los miembros dentro de las cuatro paredes de las instalaciones de la iglesia. Para la iglesia misional no cuenta tanto cuánta gente está activa dentro de la membresía de la misma, sino cuánta gente participa activamente en la comunidad. Ya no es tanto acerca de cuánto dinero se recoge y se atesora, sino de cuánto dinero se da a la misión de Dios para que su reino se demuestre y se extienda en la tierra.
Una iglesia misional se hará las siguientes preguntas:
1. ¿Cuántas horas ha invertido la iglesia orando por asuntos de la comunidad?
2. ¿Cuántas horas han invertido los miembros con los no creyentes?
3. ¿Cuántos de aquellos no creyentes están haciendo movimientos significativos hacia Jesús?
4. ¿Cuántos grupos de la comunidad usan las instalaciones de la iglesia?
5. ¿Cuántas personas de la comunidad han sido ayudadas en lo que respecta al área de la salud?
6. ¿Cuántas personas de la comunidad han sido ayudadas por la iglesia en lo que respecta a empleo?
7. ¿Qué cantidad de niños en edad de escuela están siendo ayudados y tutoreados después de las actividades de la escuela por gente de la iglesia?
8. ¿Cuántas veces los líderes de la comunidad o la simple gente de fuera busca a la iglesia por un consejo?
Hasta que la iglesia reconsidere la definición de éxito en el ministerio y cree nuevos estándares para medir apropiadamente ese éxito, continuará permitiendo que recursos (espirituales, humanos, materiales y financieros) vitales sean mal dirigidos en otras direcciones.
Amén, a Dios la gloria 🙏🏻
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