martes, 24 de mayo de 2011

Tres características del ministerio de Jesús

De madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó y salió de la ciudad para ir a orar a un lugar solitario. Simón y sus compañeros fueron en busca de Jesús, y cuando lo encontraron le dijeron: -Todos te están buscando. Pero él les contestó: -Vamos a los otros lugares cercanos; también allí debo anunciar el mensaje, porque para esto he venido. Así que Jesús andaba por toda Galilea... (Marcos 1:35-39).



El ministerio de Jesús fue de PROPAGACIÓN. Él dijo: "Vamos a los otros lugares cercanos". Su ministerio fue misional y encarnacional, no atraccional. Él no dijo: "que venga gente de los lugares cercanos", sino "vamos a los otros lugares cercanos". Tristemente desde hace mucho tiempo las iglesias cristianas se han vuelto atraccionales, invitando a la gente a venir a sus instalaciones. Jesús no hizo eso. Fue a donde estaba la gente. Visitó aldeas, pueblos y ciudades compartiendo el evangelio del reino. En una ocasión se autoinvitó a ir a la casa de Zaqueo a comer con él y los suyos. Siempre fue intencional, como cuando "le fue necesario pasar por Samaria" para compartir el evangelio a la samaritana, y a través de ella a mucha gente más.


El ministerio de Jesús fue de PROCLAMACIÓN. Él dijo: "también allí debo anunciar el mensaje", o como dice la Reina Valera: "para que predique también allí". Quería ir a otros lugares cercanos a predicar, o mejor dicho a anunciar el mensaje del evangelio del reino. Es importante señalar que Jesús no tenía en mente una pieza de oratoria (homilía, discurso, prédica), sino el simple hecho de comunicar el mensaje. O sea, algo que todo cristiano puede y debe hacer, no sólo los profesionales del púlpito.


El ministerio de Jesús fue con PROPÓSITO. El dijo: "porque para esto he venido". Jesús siempre estuvo consciente de para qué había venido del cielo a la tierra. Tenía un propósito: "Buscar y salvar lo que se había perdido, servir y dar su vida en rescate por muchos, dar vida y darla en abundancia, hacer la voluntad de quien lo envió y completar su obra". Su propósito al venir no fue fundar una religión, sino cumplir la voluntad de su Padre, a saber: reconciliar al mundo con el Padre a través de su muerte en la Cruz del Calvario, e inaugurar el reino de los cielos en su primera venida.


Los seguidores de Jesús, los de entonces y los de ahora, debemos no sólo creer en él; sino también debemos obedecerlo y seguir su modelo para cumplir la misma misión. Debemos ser gente misional y simple como él lo fue. Nuestro ministerio debe ser reproducible para poder alcanzar a las multitudes que se pierden sin Dios y sin esperanza en este mundo por no conocer a Jesucristo. El es el mensaje y él es el modelo.


Propagar, proclamar y tener un propósito o misión. Eso debemos hacer entre tanto que dura el día, la noche vendrá cuando no se podrá obrar.


Floriano Ramos Esponda

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